Enfermiza obsesión contra Cuba
12 de septiembre de 2023
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Se han lanzado con las más diversas formas y aventuras y no han podido con Cuba. Reconocer a la Isla como un imposible para las pretensiones estadounidenses, será pedir demasiado para quienes creen que con dinero y odio se resuelve todo.
Otro tanto sucede con los grupúsculos contrarrevolucionarios, algunos de ellos con afición fascista, que se han quedado con los deseos de ver a la Isla invadida y vencida por el imperio.
No escuché ni leí denuncia alguna de los cabecillas cubano-americanos que viven de la industria de la contrarrevolución, en Miami o instalados dentro del gobierno estadounidense, cuando Donald Trump instó a tomar el Congreso y hacia allí se lanzó una turba de fieles seguidores del republicano—.
Tampoco ha sucedido el reclamo a que cese la represión contra los afrodescendientes y la discriminación contra los latinos —de los que ellos forman parte—, o proclamando el control de armas para que no sean baleados los niños en las escuelas, los jóvenes en una fiesta, o los consumidores en un centro comercial.
Nada de eso importa, pues estos personajes generalmente conservan sus «balas» para la guerra mayor, la de hacer daño a la Isla, asfixiar su población con sanciones —viejas y nuevas— y dar rienda suelta a su frustración de más de seis décadas «tumbando al gobierno comunista».
También están los payasos de moda, los que usan los medios y las redes de desinformación para decir cualquier mentira, los que llaman a invadir a Cuba para tumbar el régimen, los empeñados en movilizar «desafectos» para que cunda el desorden y corra la sangre
Un grupo de ellos, aprovecha los tiempos electorales, y dando tumbos entre uno u otro aspirante o entre uno u otro partido, se mueven hacia donde los lleve la ola del dinero. ¿Quién nos puede pagar más?, es la reflexión en boga.
No olvidan, por supuesto que en el propio Congreso tienen instalados «democráticamente» a un Mario Díaz-Balart, Marco Rubio, Bob Menéndez, y Elvira Salazar, quienes viven de la política hostil contra Cuba y por tanto controlan hacia dónde va el dinero y en qué cantidades se distribuye.
En los últimos tiempos, tal vez frustrados porque Cuba no avanza para caer en manos del imperio del Norte, han trasladado a personajes y recursos, hacia la Europa complaciente, para «hacer bulla» en el Parlamento Europeo, bloquear ayudas, y mover fichas entre frágiles alfiles de la política de la Unión Europea.
Personajes reciclados de la contrarrevolución instalada en Estados Unidos y en Europa, son usados en esta batalla perdida desde siempre de destruir la Revolución Cubana.
En un nuevo capítulo de este culebrón de mal gusto y nada de simpatía, ahora quieren evitar la presencia de Cuba en las sesiones de la Asamblea General de la ONU que comienzan por estos días.
No han podido resistir que, por derecho propio y autoridad moral ganada con su ejemplo, nuestro país hable en la ONU en nombre del Grupo de los 77 y China, el cual preside durante el presente año, y cuya Cumbre tendrá como sede la capital cubana esta semana.
Tampoco resisten que, tanto en la ONU como en cualquier otro escenario donde están representados la mayoría de los habitantes del planeta, cuando se menciona el nombre de Cuba, se le identifica con Fidel, con resistencia, solidaridad, médicos que curan y salvan vidas, así como maestros que han llevado la alfabetización a países de varios continentes.
En estos días se han apresurado en captar personajes para que se interfiera la presencia del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel en la ONU.
Uno de los que más dinero ha recibido de Estados Unidos para avivar sus ansías de derrotar a la Revolución y, hasta autoproclamarse como nuevo mandatario, el terrorista Orlando Gutiérrez- Boronat, ahora, con pasajes y viáticos en el bolsillo, enrumbó nada menos que hacia Ucrania, para tratar de influir en el gobierno local para que rompa sus relaciones con Cuba.
Por supuesto, a este individuo, contrarrevolucionario entre los más, no le importa para nada que fuera Cuba quien, una vez producido el accidente nuclear en Chernobil, en 1986, concibiera un plan para atender y curar a cientos de niños afectados por la radiación. Fidel personalmente recibió en la loza del aeropuerto capitalino, a los primeros pequeños y sus familiares que se instalaron en lo que fue el Campamento de Pioneros de Tarará, al este de La Habana.
Por todo ello, Cuba es un imposible tanto para los instalados en la Casa Blanca como para sus peones de turno y los asalariados que tratan de que colapse la Revolución.
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