El verdadero drama de Puerto Rico
2 de octubre de 2017
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El verdadero drama de Puerto Rico está en su condición colonial, en haber sido víctima de la dominación, la explotación y el saqueo de la metrópoli de Estados Unidos que se apoderó de la isla en 1898, tras la expulsión de los colonialistas españoles.
Desde entonces y aún mucho antes, desde que el padre fundador de la patria Ramón Emeterio Betances lanzara el histórico Grito de Lares el 23 de septiembre de 1868, el heroico pueblo puertorriqueño lucha denodadamente por su independencia y soberanía frente a los imperios poderosos.
Ese es el verdadero drama de Puerto Rico, que los huracanes no han hecho más que poner en evidencia en momentos particularmente difíciles para la colonia yanqui, en medio de una desesperada situación económica que la actual tragedia seguramente agravará,
La metrópoli todavía no parece conmoverse y la titulada junta de Control Fiscal, designada por Washington para imponer las medidas económicas a la isla, dijo que movilizaría 2,000 millones de dólares “solo en caso de emergencia” y nada dice sobre la deuda fiscal inventada por las compañías estadounidenses.
En medio de la tragedia, el pueblo de Puerto Rico ha dado una señalada muestra de unidad y solidaridad mutua. Paradójicamente, la desgracia los ha fortalecido como nación y los ha ayudado a avanzar y ganar conciencia sobre la descolonización.
El gobierno colonial anexionista, regido por un gobernador plegado al Imperio, no haya cómo explicar la demora en la ayuda prometida, el desorden organizativo y la imprevisión que al cabo de dos semanas del más reciente huracán se hacen sentir sobre la población desamparada.
La Alcaldesa de San Juan denunció la ineficiencia de la “ayuda” y su distribución, mientras se anuncia la visita del presidente Donald Trump, quién finalmente parece prestará alguna atención a los mestizos colonizados, habitualmente ciudadanos estadounidenses de segunda categoría.
Los puertorriqueños, que han servido de mano de obra barata para enriquecer al Imperio y de carne de cañón para sus guerras en los más apartados rincones del mundo, han mostrado ya su decisión y voluntad de recuperación hasta donde puedan hacerlo en el marco de la asfixiante situación colonial.
La metrópoli tiene ahora la palabra. De lo contrario, tendremos derecho a pensar que la tragedia será aprovechada por los colonialistas para mayor opresión y mayor saqueo a la antigua vitrina de prosperidad que trataron de exhibir ante los latinoamericanos en tiempos pasados.
El pueblo puertorriqueño cerrará filas y seguirá adelante. Ellos tienen sus propios valores y sus fuentes de inspiración en el patriotismo de Betances y Hostos, de Pedro Albizu Campos y Filiberto Ojeda, en la resistencia firme e inconmovible de Oscar López Rivera.
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