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El peligro se hace mayor

9 de agosto de 2024

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Por estos días, cuando la humanidad recuerda uno de los hechos más atroces cometidos contra los seres humanos—las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki—, un ambiente tóxico se apodera de las nuevas generaciones ante el peligro que una nueva guerra nuclear —quizás la última— estalle de un momento a otro.

El peligro crece cuando el Pentágono envía portaaviones y otros medios de guerra a las aguas cercanas a Israel.

También sucede con cada envío de nuevas armas a Kiev para la guerra contra Rusia.  O por las sanciones, a las que se suman en cada jornada con el contubernio de algunos países de la Unión Europea.

Los oídos tapiados de los mandatarios de Estados Unidos, auguran momentos de más peligro. La comunidad internacional, en este caso, debe hacer todo, lo posible e imposible porque una Tercera Guerra Mundial, con el uso de armas nucleares, no se produzca ni ahora ni nunca.

Esta misma semana, The Washington Post informó que el portaaviones estadounidense USS Theodore Roosevelt y al menos otros cinco buques de guerra se han desplazado en los últimos dos días desde el golfo Pérsico hacia el golfo de Omán.

Este es el escenario más posible para encender la chispa y desatar una catástrofe, pero, en realidad hay otro, el de Ucrania, que cada día se incentiva más y se envían más armas y otros recursos a Kiev para continuar su enfrentamiento contra Rusia.

En el caso de Israel, además del país hebreo, el mismo que masacra a la población palestina, Estados Unidos sirve como un garante en todos los aspectos para que la situación se haga peor. Los más recientes asesinatos de dirigentes palestinos, en plena ciudad de Teherán, suman víctimas —iraníes, palestinos, sirios—en un escenario que, por demás, involucra a un Israel con bombas nucleares y a un Irán que, aún sin ellas, es una potencia regional, tanto económica como militar.

Como en los casos anteriores —Primera y Segunda Guerras Mundiales—, el país que más armas aporta, y que exhibe un interés marcado por el estallido, que observaría desde lejos, allende los mares, es Estados Unidos. El objetivo es hacer colapsar a Rusia, China, e Irán, fundamentalmente, así como al movimiento palestino, para que prevalezca el mundo unipolar dirigido y controlado desde Washington.

Ese camino, de seguro, hará cada vez más inevitable una conflagración que involucre, no solo a la región del Oriente Medio, sino que se extienda a otros confines.

El otro escenario es Ucrania, país convertido en un verdadero laboratorio de la guerra híbrida contra Rusia, donde se aprovecha a un mandatario en Kiev, que quiere vivir de la guerra y por ello es capaz de mendingar armas, dinero y cualquier otra cosa, así como de una OTAN que quiere reciclarse y emerger con mayor fuerza, dinero y armas.

Pero Rusia y la conducción del presidente Vladimir Putin, han mostrado al mundo que no permitirán una nación humillada y plegada a los intereses estadounidenses, que no teme a amenazas, sanciones y agresiones.

Hacia Kiev han sido enviados en los primeros días de agosto, aviones caza F-16, con capacidad para portar armas nucleares.

Al respecto Rusia ha advertido que dichos aviones involucrados en el accionar bélico en Ucrania contra el gigante eslavo, constituyen objetivos a abatir por parte de las fuerzas militares rusas.

Analizando estos dos escenarios, habría que preguntarse, ¿es que estaremos a tiempo de evitar una Tercera Guerra Mundial?

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