El misterio de Beirut no es tan “misterio”
14 de agosto de 2020
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A medida que pasan los días, el “misterio” que ha rodeado a las causas y los posibles ejecutores de la terrible explosión ocurrida en el depósito de 2 700 toneladas de nitrato de amonio almacenadas en un local del puerto de Beirut, va esclareciéndose poco a poco, a la vez que se profundiza en los antecedentes y demás detalles asociados al hecho.
Un primer análisis no puede ser ajeno a identificar a quienes puedes ser los beneficiarios o favorecidos con el suceso, ocurrido en momentos en que el Líbano vive una aguda crisis económica, social y política que trata de ser aprovechada por las llamadas “potencias occidentales” y sus aliados regionales, encaminada a desestabilizar y llevar hasta el punto de su desaparición al pequeño país, cuya ubicación estratégica le confiere notable importancia. La afirmación inicial del presidente Michel Aoun acerca de que la causa de la explosión pudiera haber sido un ataque terrorista -que algunos medios de prensa pusieron en duda o consideraron precipitada-, adquiere cada vez más elementos de veracidad al reunirse mayores informaciones sobre las circunstancias que rodean el caso.
Así se sabe, por ejemplo, que los cuerpos de seguridad libaneses habían alertado hacía meses a las autoridades portuarias sobre la peligrosidad del cargamento depositado y que un constructor estadounidense hacía visitado el lugar. O sea, que la existencia del cargamento en ese almacén portuario era conocida por numerosas personas de diversas procedencias.
Por otra parte, la proliferación de células terroristas en la zona, al servicio de los más variados y contradictorios intereses, es un hecho más que confirmado que ha convertido al Medio Oriente en extenso campo de batalla donde tienen lugar sangrientos enfrentamientos.
En el caso del Líbano, añádase la obsesión yanqui y de Israel por revertir la posición adoptada hasta ahora por el gobierno libanés en cuanto a la guerra de agresión contra Siria -a la que no se ha sumado-, así como la fuerte implantación allí del movimiento de resistencia Hezbollah (Partido de Dios), con presencia tanto gubernamental como legislativa y militar, aliado de Siria e Irán.
Mientras el país sigue debatiéndose en medio de la crisis política motivada por la dimisión colectiva del consejo de ministros, las “potencias occidentales” y sus socios regionales ensayan maniobras y presiones de todo tipo para desviar la atención del proceso investigativo iniciado por la fiscalía. Esperamos que, en algún momento, el “misterio” de Beirut deje de serlo.
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