El Indio y su dedo acusador
27 de septiembre de 2013
|En lo alto del podio, en pleno Nueva York, en el amplio recinto de Naciones Unidas, el indio Presidente de Bolivia, Evo Morales, levantó su mano acusadora y llamó a crear un “tribunal de los pueblos” para juzgar al presidente norteamericano, Barack Obama, por delitos de lesa humanidad.
No ocurre con frecuencia que en un foro donde hay decenas de altos representantes —incluso jefes de Estado y Gobierno— de más de 150 naciones, un dignatario acuse, con nombre y apellido a los grandes alentadores de la guerra y la desgracia humana.
Evo lo hizo, no solo por su rango de jefe de Estado, sino como representante de un pueblo con una gran población indígena que por siglos el capitalismo y el imperialismo han explotado, saqueado y hasta extinguido.
El que hablaba, en presencia de gobernantes y funcionarios de muchos países —incluyendo los mismos europeos que no le permitieron que su avión presidencial volara por los cielos de un Viejo Continente, más que añejo, caótico— era el genuino representante de la dignidad imprescindible en un ser humano.
En la propia sala, habían comparecido antes que Evo, o lo hicieron después, dos tipos de Jefes de Estado: los pocos que como el francés, siguieron a Obama en su desenfrenada sicosis guerrerista y hasta llamara a usar la fuerza militar contra Siria; y los muchos, que en representación de América Latina, África y Asia, no solo convocaron a buscar la paz por medio de las negociaciones en la nación árabe, sino que en algunos casos exigieron el cese de los bloqueos económicos y financieros contra naciones soberanas, o condenaron directamente a Estados Unidos por su política descarada de espionaje y de injerencia en los asuntos internos de otros pueblos.
La ONU y su Asamblea General esta vez se han convertido en una verdadera fuerza huracanada contra todo lo que huela a imposiciones de los grandes contra los pequeños y de llamados a cambiar la estructura y el estilo de trabajo de esa organización creada para la paz y sin embargo manipulada por quienes viven de las guerras.
Así han transcurrido las primeras jornadas. Y si algo resultó verdaderamente incoherente y cínico en los primeros debates, fue el discurso del mandatario norteamericano, quien ignoró por completo los grandes temas que tienen que ver con el hambre, la falta de educación y salud de millones de personas, mientras centraba sus palabras en la ridícula justificación del porqué había que emplear la fuerza militar contra un país donde ya han muerto más de 100 000 de sus hijos a consecuencia de la guerra impuesta y financiada desde el exterior.
Obama “ni se quiso dar por enterado” cuando la mandataria brasileña, Dilma Rousseff le acusara directamente por permitir que instituciones de inteligencia norteamericanos hayan espiado a la propia presidenta y penetrado en sistemas de información clasificada relacionados con aspectos estratégicos de la economía carioca.
Tampoco el dignatario yanqui o a quienes dejó él en el recinto de las Naciones Unidas, se vieron siquiera avergonzados cuando varios gobernantes definieron como criminal el bloqueo estadounidense contra Cuba y exigieron que se ponga fin al mismo.
En las próximas jornadas otras batallas, sobre éstos y otros temas, volverán a protagonizar un verdadero pulseo entre el dedo acusador de un valiente indígena llamado Evo Morales y otros muchos representantes de pueblos del Tercer Mundo, y los oídos sordos de quienes representan al anfitrión Estado de las 59 estrellas o de sus aliados de la Europa desgastada y poco creíble.
Comentarios