El fascismo llega a Washington
5 de marzo de 2024
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Ha transcurrido más de medio siglo -casi un siglo- desde que el nazifascismo hitleriano fue derrotado en Europa. Los ejércitos de Estados Unidos tuvieron participación en esa contienda bélica, si bien lo hicieron en los últimos momentos a partir del conocido desembarco de Normandía. El hecho cierto es que miles de jóvenes norteamericanos ofrendaron sus vidas en ese empeño y la humanidad debe guardarles respeto y gratitud enfrentando al neofascismo actual.
Quienes no parecen guardarles ni una cosa ni la otra son los políticos yanquis, que hoy reciben alborozados en su capital a los cabecillas fascistas, enmascarados en el llamado Comité de Acción Política Conservadora (CPAC). Ellos son en la actualidad los voceros y abanderados de esa ideología, dados a la tarea de resucitarla tras la derrota del pasado siglo y su aparente defunción.
Ahora vive disfrazada de una supuesta “revolución” dentro del capitalismo, llevándolo a los extremos salvajes del neoliberalismo en medio de la anarquía en lo político y del proteccionismo contra el libre comercio en lo económico, junto a la posterior liquidación de la influencia y el papel regulador de los estados nacionales y poniéndolo todo en manos del mercado, negando cualquier otro interés social en beneficio de las mayorías, a las que ignoran, engañan o desprecian, según sea el caso.
Evidentemente el de estos fascistas actuales es un planteamiento mucho más confuso y contradictorio que el lanzado en su tiempo por Hitler y Mussolini, que resultaba más claro y preciso en sus objetivos públicos.
Este insólito fascismo neoliberal que proclaman Bolsonaro en Brasil, Milei en Argentina, los nazis de Ucrania, VOX en España y otros acompañantes se caracteriza por servir absoluta y ciegamente a los intereses y propósitos hegemonistas y de dominación geopolítica y económica del imperialismo norteamericano.
Ha sido hechura de los gobiernos imperialistas de Estados Unidos, -sean demócratas o republicanos- y se ha reunido en su sede washingtoniana esta vez, como una forma de estímulo y aliento por parte de su jefatura imperial para que juegue un papel predestinado en las diferentes regiones del mundo, expandiendo las ideas neofascistas que puedan favorecer al sistema capitalista en su conjunto y a Estados Unidos en particular.
Las ideas iniciales del neofascismo neoliberal sonaron desconcertantes y confusas en un principio, hasta que sus propias maniobras políticas y alineamientos fueron poniendo todo en claro: los neofascistas reunidos en Washington son los más recientes instrumentos del imperio yanqui en decadencia, que no vacila en ignorar ni pisotear las ideas democráticas que pregonó antaño ni la sangre derramada por sus jóvenes héroes antifascistas. Tal es su falta de escrúpulos.
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