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El «estreno» de Marco Rubio

10 de febrero de 2025

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Raudo y veloz partió Marco Rubio con destino a las que todavía hoy Estados Unidos considera como las «repúblicas bananeras», que bien pueden ser castigadas por no cumplir con cada antojo, en forma de orden, de quienes ya calientan sus apetitosos puestos junto al reciclado jefe, convicto y presidente, o simplemente Donald Trump.

Las presas de Marco Rubio, esta vez, fueron escogidas entre las más vulnerables a la hora de hacerles exigencias —y hasta humillaciones— a cumplir, de acuerdo con lo que determine la nueva administración imperial.

A cada cual su cuota, que fueron transitando desde la orden para que Panamá rompiera con el acuerdo firmado con China, en 2017, sobre el gran proyecto de colaboración conocido como «la ruta de la seda», porque, de no hacerlo, el Canal «volverá a manos de Estados Unidos», como advirtió el mandatario republicano.

La iniciativa china se expande por el continente eurasiático, por África y América Latina, y más de 150 países y 30 organizaciones internacionales han suscrito documentos al respecto.

«Me parece absurdo que Estados Unidos tenga que pagar cuotas por el tránsito de sus barcos por el Canal de Panamá», ha advertido Marco Rubio, en su recién concluido viaje por Centroamérica y República Dominicana.

En este sentido hubo una reacción del gobernante panameño, desmintiendo lo dicho por Rubio en cuanto a la gratuidad para los barcos estadounidenses a la hora del paso por el Canal.

De todas maneras, como «valor agregado» a las exigencias estadounidenses, el gobierno de la nación istmeña permitirá el fortalecimiento de la presencia militar del Comando Sur, en ese país, fundamentalmente en el nuevo Centro de Inteligencia Panamá-EE. UU., en la zona del Darién.

En El Salvador, lo que el propio Marco Rubio no consideraba posible: que el gobierno de esa nación pusiera a disposición de Estados Unidos las cárceles construidas en el país para combatir las bandas criminales, esta vez se abren, además, para recibir emigrantes expulsados por la administración Trump, a cambio de algunos millones de dólares.

El «faster» de Marco Rubio continuó por Guatemala y Costa Rica y concluyó en República Dominicana.

La retórica anticubana, el odio hacia Venezuela y Nicaragua, y la fe absoluta en su amo Donald Trump, caracterizaron sus reuniones y conferencias de prensa en cada lugar.

En Santo Domingo, la escenografía estaba preparada por los anfitriones para que el secretario de Estado, fuera testigo presencial del momento en que el gobierno de Washington «incautaba» o se robaba un avión venezolano, detenido durante meses en República Dominicana y que, tanto Rubio como Trump, determinaron «confiscarlo» de a porque sí.

Hasta aplausos hubo entre el grupo de «espectadores», cuando se le colocaba un cartel a la nave aérea, de «incautado». Arrogante por parte de los autores del robo y humillante para quienes lo permitieron y se hicieron cómplices.

 

ANTECEDENES

Meses antes del deterioro total de la administración Biden, el ahora presidente Donald Trump y sus asesores más cercanos, fueron armando el equipo de trabajo —o de adulones—, como fichas en un tablero— donde sus piezas fundamentales se han propuesto dar un «jaque mate» a todo lo que adverse al multimillonario republicano.

Y por ese rumbo anda el proyecto de dictadura imperial que encabeza Trump.

El magnate presidente, seguro de resultar ganador, favorecido en primer lugar por la incapacidad de Joe Biden y su equipo, y por su activa y prometedora campaña de Make America Great Again, «volver a hacer a Estados Unidos grande otra vez», que supo calar en votantes que van desde los defraudados por el antecesor demócrata, o los manejados mediáticamente, con el pragmatismo y el sustento del dinero para resolverlo todo.

En esta atmósfera triunfalista, se ha ido moviendo con sus comodines en escenificadas firmas de órdenes y decretos, y cuanto otro papel le pusieron sobre la mesa.

Trump, en su primera incursión por la Casa Blanca, ya había dado muestras de su predilección por lo impactante, lo mediáticamente alucinante, no importa si con ello se abre uno o decenas de frentes en los cuales imponer sus pretensiones.

En esta segunda temporada como mandatario, se le ocurrió a él, o a sus más cercanos testaferros, volver a incluir a Cuba en la lista de países que presumiblemente patrocinan el terrorismo. Y lo hizo el primer día, apenas unos minutos después de ser investido.

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