El dilema francés
29 de abril de 2017
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No hay más vueltas: el próximo 7 de mayo habrá de decidirse indefectiblemente el angustioso dilema planteado ante el electorado francés como consecuencia de los estrechos resultados que arrojó la vuelta inicial, en particular entre los cuatro candidatos que ocuparon los primeros lugares entre los cuales las diferencias quedaron bastante mínimas.
En este caso, contrariamente a lo sucedido en elecciones recientes efectuadas en diferentes países, las encuestadoras anduvieron cercanas a la realidad y esos cuatro candidatos finalizaron con cifras más o menos previstas y muy por encima de los otros siete competidores en la maratón gala.
No sorprendió, por tanto, el ajustado primer sitial del centrista socioliberal Enmanuel Macron –quien pudiera llegar a ser con 39 años el presidente más joven de la historia republicana francesa– sobre la tan mentada ultraderechista Marina Le Pen, cubierta siempre con los peores calificativos pero protagonista de un sostenido ascenso electoral que ya habíase mostrado en las pasadas elecciones de 2012.
Esta vez, sin embargo, pudo considerarse como sorprendente el respaldo que logró sumar Jean Luc Melenchon, candidato anti neoliberal de las izquierdas quién duplicó prácticamente su votación de la elección anterior y llegó a un virtual empate con Francois Fillon, un ex primer ministro conservador cuyas posibilidades se derrumbaron en la etapa final bajo acusaciones de corrupción.
Vistos estos resultados, no es de extrañar que un elector francés haya escrito en witter que será una segunda vuelta “entre la peste negra y el cólera financiero”, según describió la agencia France Presse.
Como ocurre en situaciones semejantes, llueven las especulaciones acerca del posible nivel de abstención en la vuelta decisiva que los sondeos elevan al 27 por ciento, así como las interrogantes de hacia dónde se dirigirán ahora los votos que fueron a Melenchon y a Fillon en primera vuelta, más la cifra que puedan sumar los restantes candidatos.
Buena parte de los analistas auguran que un titulado “frente republicano” contra Le Pen la sepultaría como en la elección anterior y otorgan a Macron más de 20 puntos de diferencia a su favor. Esto quedaría por demostrar, pues otros opinan que el rechazo generalizado a Le Pen no es tan masivo como anteriormente, en esta campaña la candidata reajustó su discurso y resultó más atractivo en las nuevas condiciones del país, de Europa y del mundo.
A pesar de haber vivido ya sus días de mayor esplendor como potencia colonial cuando ejercía su dominio directo sobre vastas regiones no hay dudas de que Francia sigue siendo una nación influyente por su condición de miembro permanente con derecho a veto en el Consejo de Seguridad, posee el arma nuclear y una economía y tecnología nada despreciable, jugando un papel decisivo en la Unión Europea.
De ahí el interés que aún despiertan estas elecciones para el futuro del país y más allá de sus fronteras.
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