EE.UU.: la agresión económica contra China
9 de abril de 2018
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Las medidas de agresión económica que viene desatando la Administración Trump contra la República Popular China –una importante contraparte de la economía estadounidense– han provocado sorpresa y estupefacción generalizada en el mundo; si bien algunos las atribuyen a factores esencialmente económicos y comerciales otros las observan más allá, como un propósito del imperialismo norteamericano de frenar el vertiginoso ascenso chino, su consolidación como segunda potencia económica mundial y la perspectiva cierta de convertirse en la primera a mediados de esta centuria.
Todo lo anterior, obviamente, ya tiene y tendrá consecuencias de carácter político y poderosa influencia en la arena internacional, desafiando y obstaculizando de diversas formas los designios imperiales de Estados Unidos, bajo cualquiera de sus administraciones o partidos, y otorgando a China un papel decisivo en el rumbo de los acontecimientos mundiales de cualquier naturaleza, sean económicos, comerciales o políticos.
Si a ello se le suma la estrecha alianza y la comunidad de intereses que está forjando con Rusia, podrá advertirse que en ese cuadro general es que se enmarca la política anti china lanzada por Trump.
Vista desde un plano estrictamente económico y comercial la agresión contra China parecería irracional y absurda por parte del empresario y magnate que hoy conduce los destinos de Estados Unidos como una gran empresa privada. Mucho más cuando las inversiones, negocios e intereses económicos estadounidenses en el gran país asiático han llegado a sumar cifras colosales sin paralelo en el mundo que hoy pueden verse seriamente afectadas y ello incidir negativamente en la propia economía norteamericana que se dice proteger.
Sin embargo otros analistas señalan que en el caso chino –tal como Trump insinuó en su campaña electoral– el imperialismo norteamericano ha decidido jugarse el todo por el todo con tal de reducir y rebajar las posibilidades que ese gigantesco y ya poderoso país pueda alcanzar en todos los ámbitos del escenario mundial. Es más que una “guerra comercial”.
China, por su parte, enfrenta estas agresiones de manera serena, prudente y concreta, como el reciente anuncio de que los contratos de futuros de crudos (petróleo) serán denominados en yuanes y ello incrementará la cooperación en toda la cadena del sector petrolero y el ámbito energético en general con América Latina y otras regiones.
De este modo disminuirá la dependencia del dólar por parte de los exportadores y la influencia de los altibajos de esa moneda en el monto de sus ingresos, mientras se confirmó la reapertura de la Bolsa Internacional de Energía de Shanghai y el inicio exitoso del mecanismo yuanes-petróleo, que en solo 20 minutos contabilizó 14 mil transacciones el pasado lunes.
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