Economía que pide guerras
12 de junio de 2013
|La civilización humana ha llegado a tal grado de deformación ética en el sistema capitalista actual, que muy pocos se acuerdan de aquellos primeros pasos de la revolución industrial inglesa y el verdadero avance que a partir de entonces se generó en el desarrollo de las fuerzas productivas y la producción misma.
Hoy el sistema, en su máximo exponente que es Estados Unidos, necesita de las guerras para mantener su economía.
Para el columnista y analista financiero Paul Parrell, “con el fin de las guerras de Afganistán e Irak, el capitalismo necesita un estímulo económico: una nueva guerra”.
Y recuerda que la Segunda Guerra Mundial sacó al capitalismo de la Gran Depresión que sufría.
Hoy, cuando se habla de que el Pentágono invirtió diariamente miles de millones de dólares durante su invasión y ocupación de Iraq; o cuando se sabe del costo multimillonario para el mantenimiento de los 160 000 soldados que aun permanecen en Afganistán, no se puede olvidar que esas armas, uniformes, medios de combate, aviones, misiles, y demás tecnología sale del Complejo Militar norteamericano y lo pagan los contribuyentes de esa nación.
De acuerdo con medios estadounidenses, las guerras que lleva adelante Washington, duplicaron el valor de su actividad de 260 000 millones dólares en el año 2000 a cerca de 550 000 millones de dólares el año pasado.
Según el analista ya citado, Paul Farrell, las guerras benefician sobre todo a los capitalistas. De hecho, la lista de multimillonarios del mundo de Forbes se disparó de 322 en 2000 a 1 426 en su edición más reciente. El 31% de estos son de EE.UU.
No por gusto resultó tan controvertido el debate en el Congreso norteamericano sobre el presupuesto 2013-2014, en el que se contempla una reducción en los gastos de defensa de un 22 por ciento.
Pero hay más, el mismo hecho de que se haya recortado el gasto público, provoca afectaciones en el gasto militar por cuando es de los contribuyentes de donde salen muchos de los miles de millones de dólares que se usan para fabricar armas.
No se puede olvidar, además, lo arraigado que está en la sociedad norteamericana el concepto de seguridad nacional, y el uso que del mismo hacen tanto los mandatarios como los más altos jerarcas del Pentágono.
En nombre de esa seguridad nacional ni Obama ni nadie ha podido afectar la libertad de cada ciudadano a comprar y tener armas, algo que recoge la misma Constitución del país.
No importa que cada día, niños, jóvenes, mujeres, pobladores en general, sean presas fáciles, ya sea para morir baleados en una escuela primaria, en una universidad, una competencia deportiva, un cine o cualquier otro lugar de disfrute público.
Ahora, en época de Obama, los neoconservadores dentro del Congreso sostienen que una nueva guerra aumentaría el PIB del país y salvaría el sistema de la actual crisis.
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