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Dos noticias desde Brasil

1 de julio de 2020

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Este mundo, además de contagiado por la COVID-19, presenta escenas totalmente irracionales y que parecen salidas del fondo de una cueva donde pernoctan sicópatas de la más enrarecida especie.
Este lunes, por ejemplo, Brasil, el gigante sudamericano, amaneció con la noticia, que pienso haya estremecido a muchos, de que un grupo de simpatizantes del actual mandatario, Jair Bolsonaro, se manifestaron frente a la sede del gobierno y al cuartel general del Ejército, pidiendo un golpe militar en el país, no contra el presidente sino contra los poderes Legislativo y Judicial.
Los «bolsonaristas», como se les dice a los seguidores más radicales del ultraderechista gobernante, abogan por romper con los mecanismos democráticos y dar libertad a Bolsonaro para gobernar como un dictador, sin responder a los citados poderes.
Paralelamente, muchas otras manifestaciones irrumpieron ayer en ciudades brasileñas para decir ¡no al fascismo! y pedir la sustitución del mandatario.
Brasileños en más de 60 ciudades de 23 países del mundo se adhirieron al llamado de ¡Stop Bolsonaro! y marcharon con consignas y carteles en que pedían abrir un juicio político contra el presidente.
Una segunda noticia desde Brasil da cuenta de que este lunes la cifra de contagiados por la COVID-19 superaba 1 334 143 y los fallecidos son 57 622.
Solo una simple mirada a estos dos hechos noticiosos refleja el ambiente enajenado que se vive en esa nación sudamericana.
Bolsonaro, al estilo Donald Trump, ha ignorado la amenaza de la pandemia desde el primer caso contagiado allí.
Nunca creyó en su gravedad, y hasta esta misma semana se le ha visto pasear en público sin el uso de mascarilla y sin el debido distanciamiento que se orienta observar.
Es partidario, como Trump, de «abrir la vida económica» aunque para ello se produzca, como ha sucedido, un pico de contagios y una escalada letal de gran envergadura.
Parece una persona irracional —y quizás lo sea—, pero su grado de irresponsabilidad sobrepasa límites y desafía a su propio pueblo.
Esto, sin lugar a dudas, hace más incomprensible que un grupo de fanáticos pidan como «solución» un golpe militar para que el mandatario tenga las manos libres en actuaciones sin duda más insensatas.

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