Detrás de la fachada…
10 de febrero de 2022
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Todo está muy claro: un siniestro plan de Estados Unidos y la OTAN, con la Unión Europea como «comodín», usa a la frágil Ucrania como moneda de cambio y tiene en el centro de mira, además del elemento geopolítico, el asunto del gas ruso que abastece a parte de Europa y que Washington quiere sustituirlo por el estadounidense.
Detrás de la fachada acusatoria a Rusia está el movimiento de fuerzas y medios militares occidentales hasta Ucrania, mientras se cuestiona que Moscú fortalezca sus fronteras y haga traslado de tropas en su propio territorio.
De igual forma, se constata una ambiciosa pretensión, la de obligar a Europa a renunciar al gas ruso, y toda la confabulación occidental vinculada con el Gasoducto recién terminado, Nord Stream 2, que es capaz de aportar 55 000 millones de metros cúbicos de gas, y que se mantiene inactivo ante la indecisión europea de establecer los contratos.
Un elemento a tener en cuenta para analizar la envergadura del problema y de la sumisión de la Unión Europea a los designios de Estados Unidos es que, mientras occidente usa este tema como moneda política, los países del Viejo Continente, afectados por las nevadas del fuerte invierno, carecen de gas para sus necesarios equipos de calefacción y otros, y en muchos casos el precio se ha hasta triplicado, pues mientras en agosto del año pasado se pagaban 600 dólares por 1 000 metros cúbicos, ya en diciembre su cotización llegaba a máximos históricos de 2 100 dólares por igual cantidad.
Otro elemento, para que se conozca el juego político que hay detrás de esta fachada, principalmente por parte de Estados Unidos, es que mientras Washington presiona para que el gasoducto Nord Stream 2 no se ponga en funcionamiento, Ucrania —la manzana de la discordia occidental— pierde entre 2 000 y 3000 millones de dólares que debe recibir por el trasiego del gas ruso por su territorio a través de otros gasoductos.
Concretamente, detrás del tema Ucrania y el invento de una posible invasión rusa, la Casa Blanca, a la vez que estimula una posible confrontación militar, ha apostado a que Europa renuncie a su dependencia del gas ruso, que de ser llevado desde Estados Unidos, elevaría extraordinariamente su costo, además de resultar muy contaminante durante el proceso de extracción, mediante la fractura hidráulica de rocas donde se encuentra alojado.
Para que no exista duda alguna en cuanto al propósito estadounidense, este miércoles el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declaró que «si el suministro de gas natural ruso a los países europeos se interrumpe debido a una escalada de tensiones en torno a Ucrania, Washington se compromete a suplir el déficit con gas natural licuado estadounidense».
Durante una reunión con su par alemán, Olaf Scholz, para tratar el tema Ucrania, Biden aseguró que su gobierno «está estudiando desde hace algún tiempo lo que podría hacer para ayudar a compensar la pérdida inmediata de gas en Europa si se produce la ruptura del suministro ruso».
Un despacho noticioso de RT cita declaraciones del Kremlin, en las que se reitera «que no usa la exportación de energía como arma política».
El presidente ruso Vladimir Putin, durante el Foro Internacional de Energía 2021, aseguró que «Moscú siempre ha cumplido con sus obligaciones contractuales, incluso durante los períodos más complicados de la Guerra Fría».
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