Denigrante al descubierto
6 de marzo de 2023
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En su loco afán de destruir a China luego de intentar hacerlo con Rusia mediante el capítulo Ucrania, el imperialismo norteamericano recurre a todo, incluyendo sandeces que tienen el peligroso crédito de la manipulación de medios controlados y manejados por el lamentable arte de la mentira.
En este contexto sobresalen acusaciones de que el virus del COVID-19 fue creado en un laboratorio de China, obviando que el primer caso conocido de la enfermedad se produjo en una mujer de nacionalidad china que había enfado de visita en Estados Unidos.
Mientras China utilizaba procedimientos de control masivo para evitar la propagación del mal, en Estados Unidos el gobernante de turno, Donald Trump, no hacía nada al respecto y solo reaccionó cuando su país se convirtió en la principal víctima del flagelo, con más de un millón de muertes, amén de los daños económicos.
Ese fue solo un capítulo de la detestable y mantenida política norteamericana, que acaba de tener otros elementos de insania con la indiferencia total ante el derrame tóxico de un tren con 150 vagones que se accidentó en Ohio, precedido y seguido por accidentes similares, de otro tren y dos fábricas en ese estado y de un camión en Arizona, éste último muy peligroso.
Desde mucho antes es conocido que, con la complicidad de jueces y abogados corruptos, varias empresas norteamericanas han eludido castigos por derramar tóxico en aguas transparentes, algo realmente difícil de asimilar cuando se conoce que apenas el uno por ciento de ese líquido existente en el mundo es potable.
Asimismo, los medios oficiales norteamericanos y la abyecta prensa a su servicio han presentado a la República Popular China como la nación más contaminante y contaminada del mundo, cuando realmente es Estados Unidos el más culpable, al seguir utilizando técnicas que agravan la situación en ese sentido.
IMPOSIBLE DE OCULTAR
Tratan de cubrir con un manto de silencio los éxitos de una China que ha lograd reducir a la mitad la contaminación en solo siete años.
Para el periodista que haya visitado o es corresponsal en cualquiera ciudad china es fácil comprobar como predominan cielos despejados, sin contaminación, incluso en Beijing, la capital donde hace algunos años apenas se veía el sol.
En Beijibg se redujo la cantidad de partículas dañinas en el aire en un 40% entre el 2013 y el 2020, según el informe presentado en junio por el Instituto de Política Energética (EPIC) de la Universidad de Chicago, que realiza mediciones satelitales, siendo el mayor descenso de polución en el ambiente en un país en un lapso tan corto.
De hecho, a Estados Unidos le llevó tres décadas alcanzar un objetivo similar desde la histórica Ley de Aire Limpio de 1970, muchas veces burlada.
PUNTO PRIMORDIAL
Relatar todos los detalles de lo que hizo el gobierno chino al efecto requeriría de un más amplio trabajo, pero si debemos destacar que uno de los puntos primordiales fue la prohibición de construir nuevas plantas de carbón en las ciudades y regiones más contaminadas y forzar a las existentes a reducir emisiones o cambiar al gas natural.
Solo en el 2017 se clausuraron 27 minas de carbón en la provincia de Shanxi, la mayor productora de este mineral en China.
En enero del 2018 cerró la última planta de carbón en Beijing, mientras el gobierno chino canceló los planes de construcción de otras 103 centrales.
Aunque el carbón sigue siendo la principal fuente de electricidad de China, ha pasado del 67,4% de la producción total en el 2013 al 56,8% en el 2020
Para compensar la descarbonización, el gobierno chino también aumentó la generación de energía de fuentes renovables.
Lo hizo hasta el punto de que en el 2017 las renovables representaron una cuarta parte del total de la generación eléctrica del país, superando incluso a Estados Unidos, donde la cuota fue del 18% ese mismo año.
También ha promovido activamente la energía nuclear: entre el 2016 y el 2020 duplicó su capacidad hasta 47 kW con 20 nuevas plantas y para el 2035 planea alcanzar los 180 gigavatios, casi el doble de la potencia actual de Estados Unidos.
LO MÁS IMPORTANTE
Hay muchas otras cosas que decir, pero lo que se debe tener siempre en cuenta que el mejor recurso para reducir la contaminación del aire no son los avances tecnológicos, sino una voluntad política y social sostenida para impulsar, financiar y hacer cumplir las políticas de aire limpio.
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