Demostración de decadencia del imperio
2 de julio de 2024
|
Del recién efectuado primer debate de la campaña presidencial por parte de los eventuales candidatos Joe Biden y Donald Trump puede extraerse una rápida y diáfana conclusión: fue una palpable y evidente demostración de la situación de decadencia de los más diversos tipos -intelectual, política, ética, etc.- por parte del sistema imperialista de Estados Unidos en su conjunto y, en lo fundamental, por parte de su clase política dominante que da muestras reiteradas de confusión, contradicción e ignorancia con respecto a su propio país y al mundo que pretende dominar y no sabe cómo.
El constante intercambio de insultos entre los protagonistas de la confrontación no hizo más que confirmar la situación anteriormente descrita y añadir aún más elementos al peligrosísimo escenario que para la Humanidad va conformándose en medio de tales enfrentamientos, ocurridos entre los círculos de poder en el seno de una gran potencia con capacidad nuclear de destrucción de cuanto le rodea.
Precisamente una buena parte del susodicho debate entre las dos cabezas más visibles y representativas del sistema en el momento, actual se desarrolló alrededor de la idea de cómo sería más efectivo proceder en cuanto a la idea de dominar al resto del mundo y remerger como un factor de hegemonía indiscutida y absoluta.
En los métodos más convenientes o no para cumplir con la tarea imperial, recuperar el terreno perdido y reanudar el ritmo avasallador de la anterior dominación hoy en cuestionamiento, se concentró la mayor parte de la discusión llevada a cabo por parte del locuaz y excéntrico Trump frente a un Biden aparentemente diluido y con reacciones lentas.
Ello dio lugar a que los medios de comunicación más influyentes y algunas rápidas encuestas con métodos y resultados no siempre confiables dieran de inmediato como “ganador” en el enfrentamiento al multimillonario neoyorquino de verbo irrefrenable con respecto al mandatario actual.
Esos poderosos medios que pretenden guiar a la opinión pública estadounidense y, por extensión, a la del resto del planeta, coincidieron en ocultar la mayor peligrosidad que pudieron mostrar las conclusiones de una discusión aparentemente candente pero toda sobre una misma base: cómo imponer a toda costa y a todo costo la dominación del decadente Imperio.
Los futuros debates programados, si finalmente ocurren, pudieran ir en la continuación de esta línea.
Comentarios