Del dicho al hecho
24 de diciembre de 2018
|
Es un dicho que en Bélgica se sirve la cantidad de comida de Alemania y la calidad de Francia. Pero en uno de los países con másnivel cultural del mundo aparecen en bastantes ocasiones manifestaciones con carteles con la frase “Tengo hambre”, indicadora de que no todo está bien en un país fundador de la UniónEuropea y sede de la agresiva Organización del Tratado del Atlántico Norte, de ahí su firme adhesión a la política exterior de Estados Unidos.
Quizás esto último se resquebrajó algo, cuando Bruselas se negó en una ocasión a secundar la política de Bush hacia Iraq, pero ya la había compensado con la intervención de sus tropas antes en el diabólico desmembramiento de Yugoslavia y luego en la participación de sus militares en la criminalacción para destituir y asesinar a Muammar el Khadafi en Libia, y su apoyo a la extensa intervención del imperialismo norteamericano en Afganistán.
Tristemente famosos fueron sus intervenciones colonialistas en África, donde fue protagonista de crímenes de guerra contra la población inerme y en el apresamiento y asesinato del líder congolés PatricioLumumba.
Es decir, mucho hablar de democracia, cuandopara la mayoría esto sólo significa una palabra vana. Así, en la superpoblada Bélgica, más de 11 millones de habitantes en poco más de 30 000 kilómetros cuadrados, se proyecta una imagen de país progresista, que cuida de su población con esmero y que trata de acoger a la foránea. Pero la realidad es otra.
Así se ha demostrado en las manifestaciones contra la firma por el gobierno de Charles Michel de una ley con Naciones Unidas para un buen trato a los emigrantes. El retiro de la coalición gubernamental del más derechista partido que la integraba, causó la dimisión del Premier, que hoy seguirá gobernando por el mandato del rey hasta las elecciones de mayo del entrante 2019.
Bélgica ya no es un país concapacidadindustrial, que ha sido absorbida por los países que la limitan, y se dedica a los servicios, cuyas entradas han beneficiado a una pequeñaparte de la población, pero que no ha incidido en el alivio de la pobreza de más de la mitad. El desempleo es galopante,con índicesdifíciles de ubicar, debido a continuadasaltas y bajas y al empleo ocasional, másque informal.
Asimismo, el racismo es inocultable, y muchos de los que emigran allí se ven enseguida constreñidos a entrar en el cada vez más amplio ejercito de mendigos, un mal al que solo las autoridades indicanel remedio de la desaparición visual, para lo cual diversas ciudades han legislado lo impensable.
CUANDO NO SE QUIERE VER
Sin saber cómo trabajar con la pobreza en las calles de Bélgica, algunas ciudades están apostando por sancionarla y recurren a medidas que no parecer querer ayudar a los más necesitados, sino más bien perderles de vista.
Los partidos Acolo y PTB+ (Parti du Trabal de Velique) votaron en contra de la norma calificándola de prohibitiva y exclusiva. El Fórum bruselense de lucha contra la pobreza va más allá y habla de “inconstitucionalidad”, ya que mendigar dejó de ser delito en Bélgica en 1993. La ley de 12 de enero de ese año derogó la ley para la represión del vagabundeo y de la mendicidad de 1981. Sin embargo, hay localidades que se las ingenian para, de alguna manera, prohibirla y/o sancionarla apelando, por ejemplo, a la lucha contra la explotación y las redes organizadas.
Es el caso de este reglamento, según ha declarado el alcalde de Charleroi, Paul Magnate (Partido Socialista). Aparte de luchar contra las mafias, también se pretende favorecer la emancipación de los afectados y reducir los problemas de cohabitación en distintos barrios, principalmente con los comerciantes, grandes partidarios de la medida. Este gremio se queja del acoso a los clientes, la suciedad y las trifulcas.
Dos meses después de poner en marcha la medida, las asociaciones que trabajan con los más desfavorecidos aseguraban que la medida era un completo fracaso. Denis Ujier, educador de calle y miembro de la asociación SolidaritasNoveles, afirmaba en la Radio Televisión Belga Francófona (RTBF) que “la norma es inaplicable en la práctica y que lo único que pretende es limpiar la ciudad de Charleroi”.
Comentarios