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Del dicho al hecho…

16 de mayo de 2013

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Los dimes y diretes del presidente norteamericano, Barack Obama, sobre la prisión de la base que Estados Unidos mantiene ilegalmente en el territorio cubano de Guantánamo; su reconocimiento de que la huelga de hambre que involucra a la mayoría de los prisioneros que permanece injustamente allí, daña la imagen de su país; y el poco caso a su pretendido deseo de que tal situación desaparezca, revelan que, como le pasó en su primer mandato, sigue siendo sepultado por una jerarquía financiera y militar que hace lo que le viene en gana.
Pero no solo esta se muestra impasible en respetar los derechos humanos y evitar las torturas a las han sido sometidos dichos prisioneros –la mayoría sin cargos o pruebas en su contra, sino que impide cualquier pretensión de ofrecer una mejor vida a los más necesitados del país.
Algunos comentaristas coinciden en señalar que tal situación revela la falta de agallas del mandatario, pero habría que analizar si Obama  ha pretendido hacer lo que promete, o ello tan solo es un recurso propagandístico para ganar votos de una masa considerable sedienta de que se respeten sus derechos y la alivien de la crisis generada durante el anterior mandato de George W. Bush, que aún se mantiene junto a las guerras de agresión que no han podido ser ganadas, como las de Iraq y Afganistán.
ALGO PARA RECORDAR
Como se recordará, pese a incumplir promesas, la campaña de descrédito de la ultraderecha conservadora y los aún elevados índices de desempleo e inestabilidad económica, los lobbies y corporaciones de Estados Unidos se decantaron por la continuación en la presidencia de Barack Obama, con un financiamiento a una inteligente campaña electoral.
En este contexto destaca el respaldo de la Comisión Trilateral, a la que le conviene un presidente que asegure el statu quo y así controlar el poder político a nivel nacional, en tanto demuestra su confianza en que utilice sus conocimientos para salir de la crisis financiera iniciada en el 2008 y la posterior recesión.
Así Obama recibió el apoyo de estructuras sociales cerradas o secretas como los Skull & Bones o el Council on Foreign Relations (CFR), que en lo internacional dirige y auspicia organismos ultraconfidenciales, como el Grupo Bilderberg, incorporando las elites y oligarquías de diferentes países en busca de un gobierno mundial.
Recordemos que en sus primeros diez días en la presidencia, escogió de la Comisión Trilateral a once miembros claves que pasarían a formar parte de su administración gubernamental, con lo cual introdujo una potente fuerza exterior en el liderazgo de su gobierno, pero con una agenda básica que ha perjudicado a los ciudadanos de EE.UU.
Además de estos nombramientos, Obama llevó a la Casa Blanca a miembros relevantes de la Trilateral, como su principal consejero en política exterior Zbigniew Brzezinski, cofundador de la Comisión junto con David Rockefeller en 1973.
LO MÁS RECIENTE
Ahora se renuevan los esfuerzos por una necesaria reforma migratoria, que siempre será cercenada por el Congreso y boicoteada o aprovechada por una oposición republicana derrotada en parte por el voto latinoamericano favorable a los demócratas.   Estados Unidos debe restablecer el equilibrio entre el ahorro y el consumo y recuperar el control del creciente déficit presupuestario.   Para seguir siendo la primera economía mundial, tiene que igualmente invertir en educación, investigación y desarrollo, y tecnología, y mantenerse abierto a las ideas y las personas con talento como, indudablemente, lo es Obama, quien reconoce que “…una nación no puede prosperar durante mucho tiempo si favorece solo a los ricos”.
Sin embargo, no ha podido impedir que las empresas despidan impunemente a sus trabajadores, y tiene las manos atadas para hacer lo que hizo el presidente Franklyn Delano Roosevelt al final de la década de los 30: el Estado creó 12 millones y medio de puestos de trabajo con el aumento de impuestos a los ricos.
El presidente norteamericano, Barack Obama, se encuentra aún enredado en lo que se pudiera decir uno de sus pocos esfuerzos de beneficio al ciudadano común, como es reformar el sistema de atención médica, pero, además de que ha sufrido grandes enmiendas, se hace casi imposible luchar contra el control de las compañías de seguros y de las empresas farmacéuticas.
Y es que la seguridad social es de muy poco valor para los ricos, pero es crucial para la supervivencia de los trabajadores, de los pobres y de los incapacitados.
Los más pudientes son quienes financian las campañas electorales,  lo cual es el ejemplo más claro de la grave distorsión de la política estadounidense.

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