De sanciones y sus crueldades
6 de septiembre de 2017
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Moda de hace años y que parece nunca pasar es la determinación de los países ricos industrializados de sancionar a aquellas naciones que no les son afines o hayan cometido alguna “pecado” contra el capital dominante.
La voz cantante, no es noticia, proviene de Estados Unidos, y el coro principal se encuentra entre sus aliados europeos, Israel u otros entes de países en desarrollo cuyos gobiernos prefieren no desobedecer la voz del amo.
De moda también está el cada vez mayor castigo contra la República Popular Democrática de Corea por no renunciar a su programa nuclear, pero antes hay una gama continuada ycada vez mayor de sanciones en las que ahora tiene a Rusia como su principal objetivo, con intenciones de reanudarlas contra Irán, proseguirlas contra la agredida Siria, y algunos otros tristes etcéteras.
Como ejemplo de castigo a los pueblos, las sanciones ordenadas por Estados Unidos y llevadas al pie de la letra por sus acólitos europeos contra Irán, llevaron a la indigencia a millones de personas, disparándose el número de desempleados y dejándose de hacer programas sociales de beneficio común. En el sector de la salud, no se ha podido atender a más de 85 000 enfermos de cáncer. Irán resistió, negoció, y ahora va por un camino algo distinto, pero siempre preñado de peligros por las constantes amenazas de Washington acerca de dejar cumplir el pacto nuclear firmado hace dos años por Teherán, los cinco países miembros del Consejo de Seguridad más Alemania.
Y es que la adopción de sanciones de carácter económico o financiero o ambos se ha convertido en práctica corriente ante la rebelión o la simple voluntad de independencia de estados que se niegan a aceptar la hegemonía de Estados Unidos, a la cabeza de un grupo de potencias occidentales empeñadas en imponer su propia visión del mundo.
El periodista suizo Thomas Kaiser recordó que no solo los poderosos castigan a quienes se les atraviesan, sino también a los de su clase, como cuando la Unión Europea impuso en el 2000 un régimen de sanciones contra Austria, invocando como pretexto una supuesta falta de democracia.
Kaiser ejemplificó con Cuba, al señalar que sigue siendo actualmente víctima de una serie de medidas coercitivas occidentales que han provocado enormes daños económicos; así como que Venezuela está sufriendo igualmente una serie de sanciones estadounidenses, porque sigue negándose a someterse al dictamen neoliberal del Imperio.
Habría que agregar que hablar de Cuba y sus más de 50 años resistiendo el bloqueo de Estados Unidos ocuparía todo el espacio restante. Nuestro país es un ejemplo de resistencia ante quien pretende eliminarle su independencia y soberanía
Las sanciones económicas y políticas contra Rusia comenzaron por su supuesto apoyo militar a los separatistas en el este de Ucrania, sin que se presentara prueba alguna al efecto, así como por la determinación del pueblo de la península de Crimea a regresar al seno de la Federación Rusa.
Lo más increíble es que nunca hay pruebas fidedignas, pero las sanciones se siguen aplicando, y se obliga incluso a los estados miembros de la Unión Europea a aplicar esas medidas, a pesar de que algunos de esos países, como Grecia y Austria, han expresado su rechazo a su prolongación.
El Comité Consultivo del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha mostrado que las sanciones unilaterales arbitrarias son muy problemáticas desde el punto de vista de los derechos humanos, y comprobó que los efectos de esos castigos sin razón han sido catastróficos en Cuba, Zimbabwe, Irán y la Franja de Gaza.
Según el informe, las consecuencias negativas en los países sancionados se hacen sentir principalmente en “los miembros más débiles de la sociedad, como las mujeres, los niños, las personas de edad avanzada y con limitaciones físicas y los pobres”.
Lo cierto es que el país que encabeza la imposición de sanciones a todo lo que le molesta, no ha cambiado de actitud, lo cual constituye una violación de los derechos humanos y una burla a la Carta de las Naciones Unidas.
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