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De moda con malas nuevas

8 de septiembre de 2015

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En el quehacer imperial contra la soberanía de los pueblos vuelve a tener posición cimera la transnacional Exxon, con mayoritaria inversión norteamericana, muy cautelosa en la propaganda que la liga en el montaje del contubernio contra Venezuela, esta vez utilizando al nuevo y aquiescente gobierno de Guyana.
A la Exxon, como a otras grandes empresas transnacionales, poco le importa a costa de que se generan sus ganancias; es una corporación cuya razón de ser es la acumulación de riqueza.
Para ella no existen seres humanos, sino “capital humano” que se usa para el proceso de acumulación y luego se desecha; no existe naturaleza, sino “capital natural” que tiene el poder de saquear y depredar al máximo para obtener la mayor rentabilidad posible. En este contexto, es imposible un desarrollo sustentable o sostenible.
Exxon tuvo amplia participación en el aislamiento de las empresas petroleras estatales rusas respecto a los mercados de capitales occidentales.
El impacto acumulativo de esta ola de sanciones de la ofensiva occidental –que ya tiene una década con estos objetivos- tuvo su punto culminante en las más recientes sanciones, con el fin de provocar una recesión en Rusia, socavar su moneda (el rublo se redujo 23% en el 2014), aumentar el costo de las importaciones rusas y causar el mayor daño posible a los consumidores locales.
Pero la piratería contra la humanidad de la Exxon se extiende a África, donde coadyuvó a que Chad fuera sindicado como el país más corrupto del mundo. Allí colaboró con otras transnacionales occidentales para eliminar la presencia de China en la explotación de los abundantes recursos energéticos.
La entrada de la multinacional estadounidense Exxon primero, con la Chevron a rastras después, en detrimento de la francesa Total no satisfizo a Francia, que considera a Chad como su neocolonia e impone apoyo militar y logístico para combatir a numerosos grupos armados de oposición.
Pero Exxon ya se las ha arreglado para penetrar en el entorno francés, por lo que también explota yacimientos en Camerún, Gabón, Djibuti y la República Popular del Congo o Congo Brazzaville, además de tener fuertes raíces en Guinea Ecuatorial.
Detrás del terrorismo en Nigeria, quizás con subvención al terrible Boko Haram, se indica la presencia de Exxon, dolida porque la empresa estatal china Sinopec y la sudafricana South African Petroleum pusieron fin al histórico monopolio que mantenía con Shell y Chevron sobre el petróleo de ese país africano.
Hay fuertes denuncias sobre el geofaguisno que impone a expensas de gobiernos venales en Paraguay y de otras situaciones criminales parecidas a las que realizó Chevron en Ecuador.
En el caso del diferendo entre Venezuela y Guyana se ha dicho mucho, pero se ha hecho poco, cuando se hace necesario no caer en la provocación de un Imperio que busca abrir otro frente que hiera a la Revolución Bolivariana. Sobre esto habrá mucho más que decir.

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