Cuba cuenta… y mucho
17 de enero de 2015
|Comenzó a aplicarse el viernes 16 de enero lo que pudiera llamarse una nueva visión del gobierno norteamericano respecto a Cuba.
No todo cambia y lo fundamental, el bloqueo económico, financiero y comercial, sigue igual. Pero, sin dudas, hay indicios de un ambiente más propenso para que el diálogo y la razón se impongan allí donde el lenguaje era de sanciones, guerras silenciosas y amenazas de todo tipo.
Hay medios de prensa que en este proceso dado a conocer en diciembre pasado por los presidentes de Cuba y de Estados Unidos, solo muestran lo que puede beneficiar a la Isla el hecho de que se flexibilicen algunos mecanismos norteamericanos que tenían frenado cualquier tipo de iniciativa comercial o económica con nuestro país.
Pero hay otra cara de esa moneda, que es lo que Cuba puede aportar, no solo en lo comercial y económico, sino también en lo científico, cultural, de recursos humanos, de coordinación y ejecución mutua en acciones internacionales contra el terrorismo, el narcotráfico y otros flagelos que han tomado gran impulso en los últimos años.
Cuba puede mostrar al visitante norteamericano nuestra sincera amistad, la posibilidad de conversar sobre cualquier tema, sea local o foráneo; en fin, no imponer nada sino compartirlo todo.
Los visitantes no tendrán que venir a la Isla permeados por la industria de la maldad que ha imperado en Miami durante décadas y de la que todavía hoy viven ciertos personajes que ocupan asientos en el Congreso y otras instancias de la administración estadounidense.
Aquí podrán conversar, discrepar, criticar, pero no imponer nada, siempre y cuando no se comprometa nuestra independencia y soberanía.
Si de derechos humanos hay que hablar, pues bienvenido sea, porque en Cuba, al margen de la manipulación liderada por sectores reaccionarios en Estados Unidos, ese ha sido y es uno de los principios básicos que ha cumplido la Revolución.
Aquí ni los enemigos podrán ocultar la gran obra social comenzada al triunfo en 1959: la reforma agraria que benefició al campesinado hasta entonces explotado despiadadamente; la alfabetización que dio la luz de la educación a todos y convirtió al país en la primera nación libre de analfabetismo de Latinoamérica; la obra de la salud, que traspasa fronteras y se ha convertido en ejemplo de solidaridad para con decenas de países y millones de sus habitantes; la inmensa y reconocida obra educacional; la científica; la del deporte y la cultura, entre otras.
Y no se trata de hacer de estos logros un parapeto donde ocultar errores e insuficiencias que han crecido y afectado el proceso mismo que nos ha conducido hasta hoy.
Hay un aspecto en estas nuevas buenas de las relaciones cubano—americanas, que deseo destacar. Se trata de algo muy importante: todo ciudadano de norteamericano que nos visite o que quiera negociar y desarrollar relaciones comerciales o económicas respetuosas con Cuba, se convencerá que nuestro país nunca ha emprendido acciones contra Estados Unidos; que desde la Isla jamás ha salido ni saldrá alguna acción terrorista; ningún ataque militar, ni forma de conspiración contraria a la soberanía de ese país vecino.
Cuba y todos los cubanos respetamos las leyes de esa nación; consideramos amigos a sus habitantes; hemos ofrecido solidaridad cuando ha hecho falta, lo mismo para contrarrestar los efectos de un huracán, que cuando la agresión terrorista contra las Torres Gemelas.
Cuba ha colaborado y lo seguirá haciendo con todo gobierno y toda persona que en igualdad de condiciones, nos acompañe en el único de nuestros objetivos: ser libres, independientes y portar la bandera de la amistad y la solidaridad para con todo ser humano de este mundo.
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