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Crece arriba y crece abajo

21 de agosto de 2015

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Durante mucho tiempo hemos asociado el nombre de Alemania al de una nación próspera y rica, un paraíso donde conviven tranquilamente las diferentes clases sociales.
Pero al igual que protege consecuentemente al sistema bancario alemán para que mantenga su hegemonía en Europa y pondera las cifras de crecimiento, la canciller Ángela Merkel trata de ocultar que este va en paralelo con el aumento de la pobreza.
“Es una muy buena noticia que en Alemania la cifra de personas con trabajo sea tan alta como nunca antes”, reiteró en junio último Merkel, afirmando que los desempleados apenas son tres millones, pero se estima que la verdadera cifra es de seis millones, aun baja en comparación con otras naciones de la hoy maltrecha Unión Europea.
El cuadro macroeconómico germano es bastante más complicado de lo que parece a primera vista. Para entender la evolución socioeconómica que ha experimentado el país más poblado y rico del Viejo Continente durante los últimos años, es necesario ir más allá de las cifras oficiales de desempleo y de la evolución del Producto Interno Bruto, a fin de comprender que la pobreza alcanzó la cifra récord de 15,5%.
Veamos lo que dice la Asociación Paritaria -no partidista ni gubernamental-, que congrega a más de 10 000 asociaciones y centros de ayuda:
“Los afectados por la pobreza son sobre todo desempleados, madres solteras y padres solteros, y niños. Cuando la gran mayoría de los parados, es decir el 59%, y más del 40% de todos los padres y madres solteras viven en la pobreza, entonces es que algo ha dejado de funcionar en nuestro Estado social”.
Uno de los datos que más llama la atención es el crecimiento paralelo que han experimentado durante los últimos años la economía alemana y la tasa de pobreza. Desde la última gran recesión que vivió la economía mundial en el 2009, durante la cual la locomotora europea y sus exportaciones sufrieron considerablemente, el PIB de Alemania ha crecido a ritmo constante. Sin embargo, también lo han hecho los segmentos de población pobres o en riesgo de exclusión social.
“Para entender esta situación hay que remontarse al último Gobierno rojiverde del excanciller Schroeder y las reformas que introdujo bajo el nombre de la Agenda 2010”, dice el economista alemán Christian Woltering, quien refiere que aquel intentó aumentar la competitividad de la economía germana en un mundo ferozmente globalizado.
A la vista de los datos macroeconómicos de Alemania, esas reformas tuvieron el efecto deseado, pero también un enorme precio social que ahora queda patente en unas cifras de pobreza difícilmente comprensibles en un país desarrollado.
Otra de las estadísticas más destacadas es que mientras el paro baja en Alemania, la tasa de pobreza alcanza cotas récord. Es lo que los economistas califican como el fenómeno de “trabajador pobre”, en el que un creciente número de personas están empleadas en trabajos temporales cuyos salarios son insuficientes para salir de la pobreza.
Como apunta un artículo de la Fundación Hans-Böckler (dependiente de la Federación Alemana de Sindicatos), el número de personas con trabajo en Alemania que malvive de un salario insuficiente creció de los 2,2 millones en 1996 a más de tres millones de personas en 2013. Ello supone un aumento del 6,2 al 7,8% del total de la población activa del país.
El Instituto de Investigación Económica y Social señala que las bajas cotizaciones salariales hacen que cada vez menos asalariados tienen derecho al seguro de desempleo, así como que la cifra media de ayuda que reciben los parados alemanes se reduce tanto por el débil avance salarial, como por el creciente sector de empleos temporales.
El cuadro es aun más grave de lo que se puede imaginar en esa nación de la bonanza, donde aun queda mucho por explicar, porque no simplemente se necesita crear empleo, sino puestos de trabajo de los que se pueda vivir.

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