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Corte Suprema de Injusticia

13 de abril de 2015

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Consultando revistas, periódicos e Internet no he podido hallar sentencia firme alguna contra los autores de tantos crímenes en México, integrados en cuerpos paramilitares, el ejército y, por supuesto, en tantos cárteles del narcotráfico que cubre la inmensidad del territorio hermano, con ramificaciones en Estados Unidos y nexos en Colombia, mayormente.
Mucho, pero mucho dinero ha sido “lavado” para beneficiar a los magnates industriales enquistados generalmente en las filas del gobierno de turno, sin beneficio sano para la población y sí para quienes se salpican, tratan de subsistir y no quieren remar contra la corriente. Para los humildes, nada bueno.
Así, encontramos el cada vez mayor deterioro de la calidad de vida en el curso de los más recientes gobiernos, incluido el actual, que navegó, hizo juegos malabares y logró el apoyo legislativo para hacer aprobar políticas neoliberales, en detrimento de la propiedad estatal, pero que no puede responder a una mala herencia de crímenes y entuertos, que prosigue hoy, con principal relieve escandaloso en el todavía irresuelto genocidio de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa.
Tal es así que figuras no precisamente gubernamentales, como el ex presidente Vicente Fox, piden “comprensión” y el abandono familiar -y del pueblo- del justo reclamo al respecto.
Muy fácil decirlo, cuando esos depedradores de México coadyuvaron a que solamente un 18% de los mexicanos tenga ingresos suficientes para vivir, y el resto se encuentra en alguna situación de pobreza. No hace mucho, un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), determinó que “México es líder en pobreza y puntero en desigualdad”.
No importa el tratado de libre comercio que tiene desde hace años con los poderosos Estados Unidos y Canadá, porque los números macroeconómicos engañan, y un posible crecimiento no significa necesariamente una justa distribución.
Organismos internacionales consideran que la crisis financiera mundial ha afectado de manera muy severa a México, principalmente por la ineptitud de sus gobernantes, y un informe al respecto reveló que sólo el 28% de los mexicanos estaba satisfecho con este tipo de democracia.

 

LA “MADRE” DE TODOS LOS CRÍMENES

 

Ayotzinapa conmovió al mundo y puso en jaque al actual gobierno, porque fiscales y leguleyos han incumplido hasta ahora promesas de justicia.
Pero aunque este es un fenómeno muy viejo, desde aquellos asesinatos a los ”espaldas mojadas” que intentaban cruzar la frontera con Estados Unidos, el hecho viene enmarcado desde hace18 años con la lucha contrainsurgente desatada entonces por el Estado mexicano contra las comunidades indígenas zapatistas. Doce años después, en el 2010, el sistema quiso tapar aquel crimen con una sentencia de la denominada Corte Suprema de Justicia.
Desestimando las pruebas de los sobrevivientes de la masacre de Acteal -ocurrida en 1997- y argumentando cuestiones formales, la Corte liberó a 29 de los acusados por la autoría material de la masacre. Así, dejó en la impunidad total aquel crimen de lesa humanidad. Con la liberación de los paramilitares acusados de cometerla, se dio un paso más para encubrir un crimen de Estado.
Dicen que recordar mucho el pasado, hace olvidar el presente y empaña el futuro, pero no es así en el caso de México, donde el anterior gobierno dejó en ruinas al país y el actual utiliza típicas maniobras neoliberales que conllevan más desigualdades.
Si años atrás muchos periodistas independientes, poniendo en peligro sus vidas, demostraron que la masacre de Acteal había sido un crimen de Estado y que la liberación de los asesinos materiales, además de la pretensión de reescribir la historia de la masacre, era “la continuación de la guerra por otros medios”, hoy se demanda que, con el caso de Ayotzinapa, se realicen investigaciones confiables, que eviten la impunidad a asesinos como demuestran las actuaciones de lo que debía llamarse realmente la Corte Suprema de Injusticia.

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