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Contra lo que se avizoraba

3 de abril de 2018

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La amplia victoria por más de 20 puntos porcentuales del candidato oficialista a la Presidencia de Costa Rica, Carlos Alvarado, del Partido Acción Ciudadana (PAC), desmintió encuestas que daban ventaja  hasta de 14 a su opositor Fabricio Alvarado, del derechista Partido de Restauración Nacional (PREN).

En la primera vuelta, Fabricio había dado la sorpresa, al colocarse primero con 24,91% de los votos, unos tres más que Carlos, insuficientes para los 40 necesarios en la obtención del importante cargo, luego que aprovechara promesas incumplidas del actual gobierno saliente de Luis Guillermo Solís y una campaña homofóbica respaldada por un mejor decir y comunicación, aprovechando las debilidades de una sociedad mayormente religiosa.

Los aspirantes a la presidencia tienen –además de su apellido– más de una característica en común, por ejemplo, el hecho de haber estudiado periodismo  y la juventud, Fabricio 44 años por 38 de Carlos, quien se convierte así en el presidente más joven de la historia costarricense.

Ambos se desempeñaron por  primera vez en cargo público durante la gestión de Solís, alejados del bipartidismo tradicional, hoy relegado por segunda vez consecutiva por el PAC. Pero hasta ahí terminan las coincidencias, ya que, en realidad, son sumamente antagónicos.

Fabricio Alvarado es pastor evangélico y milita en un partido de derecha, Carlos Alvarado es politólogo y pertenece a un partido de tendencia socialdemócrata. Fabricio se pronunció en contra del matrimonio igualitario, la implementación de guías sexuales en colegios, la ideología de género, el aborto o la igualdad de derechos para las comunidades. Carlos hizo todo lo contrario y apoyó cada una de dichas cuestiones. Sus divergencias ideológicas son insalvables,

Fabricio Alvarado logró para esta segunda vuelta el apoyo de los dos principales partidos de la derecha, pero no contó con el viraje a última hora de gran parte de la sociedad costarricense, que valoró la mayor seriedad de la propuesta de quien a la postre resultó victorioso, independientemente de que la abstención rondara el histórico 33%, cuestión que, generalmente, favorece a la reacción.

También Carlos Alvarado supo aunar al resto de los factores que le eran adversos, gracias a su sagacidad, y más cuando el PAC es minoritario en el legislativo, por lo que está propugnando una políticas de conciliación y de unidad, necesarias para lograr emprender un amplio y progresista programa de 188 páginas, bajo el título Creer y crear la Costa Rica del Siglo XXI: compromiso país.

En este contexto, quien fuera su oponente, fue señalado como plagiario de varias promesas del PAC y  esgrimir un lenguaje provocador y de opiniones que parecieron dislocadas mentalmente contra figuras del gobierno a quienes hasta calificó de nazifascistas.

Por lo pronto, además de enmendar errores actuales, Carlos Alvarado propone una política fiscal que discutirá inmediatamente con el Congreso, mediante el cual se eliminan gastos superfluos, se busca la austeridad  y solo se pagará la deuda externa con las ganancias de las exportaciones, nunca disminuyendo el dinero programado para la política social.

En las Finanzas tratará de mantener una inflación baja, que contribuya a la dinamización y el empleo, con mayor independencia del Banco Central y la consolidación del régimen de tupo de cambio flexible, buscando la disminución de la dolarización y el interés de los bancos del Estado, entre otras muchas medidas.

“Los recursos financieros de la nación deben de favorecer la inversión productiva y no la especulación”, ha dicho acertadamente Carlos Alvarado, electo como Presidente de Costa Rica, a quien le espera en los próximos cuatro años una dura tarea en papel de conciliador para lograr el avance consecuente de su país.

Por lo pronto, con su victoria, rompe apretadamente el esquema de los últimos tiempos en los que la derecha lograba imponerse en países latinoamericanos  tras desbancar a gobiernos progresistas.

 

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