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Conspiraciones andantes

13 de agosto de 2014

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Las penas de cárcel a más integrantes de la fallida conspiración de elementos opositores que hace cuatro años intentaron perpetrar un golpe de Estado y asesinar al presidente Rafael Correa, no han eliminado los intentos ultraderechistas para el magnicidio y dar al traste con la Revolución Ciudadana en Ecuador.
En todo este menjurje conspirativo contra el único mandatario estable en décadas en la nación suramericana, están implicados personas que responden a los intereses políticos y económicos imperialistas, desde los magnates de la petrolera Chevron, hasta opositores residentes en Estados Unidos y que son muy queridos para la escoria de la mafia anticubana de Miami.
Como se recordará, el 30 de septiembre del 2010 ocurrió una sublevación policial por presuntos reclamos, pero a pesar de que el mandatario propició doblar el salario al gremio, los agentes implicados en el complot se sintieron afectados con la acción moralizadora oficial en sus filas.
Lo cierto es que estos policías corruptos bajo investigación, en alianza con opositores que pedían su renuncia, llegaron a tomar el aeropuerto de Quito y el Congreso.
El Presidente fue retenido por más de diez horas en el Hospital de la Policía y su vehículo fue tiroteado, cuando el Ejército intervino y logró su liberación. En el hecho, perecieron diez personas y 300 resultaron heridas, y los más de 400 implicados en el delito han estado siendo juzgados durante todo este tiempo.
Pero sin ir más lejos, trascendió que la vida de Correa estuvo en peligro cuando no hace mucho impartió conferencias magistrales en dependencias universitarias norteamericanas, mientras Bob Menéndez,  Marco Rubio y otros elementos de la ultraderecha legislativa norteamericana cuestionaron y desbarraron contra la presencia del Presidente ecuatoriano, y se quejaron de que se dejara dar conferencias a un mandatario que había eliminado una base militar norteamericana, expulsado a falsas organizaciones no gubernamentales y presionado hasta hacer desaparecer la presencia de la supuesta organización norteamericana para el desarrollo, USAID, en Ecuador.
No debemos sorprendernos contra toda esta conspiración contra Correa y Ecuador, principalmente de Chevron, que ha gastado sumas millonarias y utilizado a unos mil abogados con el fin de hacer fracasar las demandas del Ejecutivo para que se compense a indígenas y colonos por los comprobados daños que la empresa estadounidense ha hecho al medio ambiente en esa nación.
Tras un largo juicio, la Corte de Justicia de la provincia de Sucumbíos, en el noreste de Ecuador, condenó en el 2011 a Chevron a pagar más de 19 000 millones de dólares como indemnización, pero sus abogados recurrieron ante un tribunal internacional que falló que el Gobierno de Ecuador debe hacerse cargo de las costas judiciales.
Además, Chevron cuenta con la colaboración de asesores ecuatorianos opuestos al gobierno, así como los principales medios de comunicación. “La pelea es durísima”, como “David contra Goliat”, pero “no derrotarán al país; les responderemos con integridad, con verdad, con coherencia”, afirmó Correa, quien añadió: “Esta gente (de Chevron) prepotente, soberbia, nos desprecia.”
Analistas afirman que los tentáculos de Chevron están detrás del incumplimiento por el 92 % de las empresas del país de la medición del impacto ambiental de sus acciones, al que se habían comprometido con el Estado.
Mientras crece la campaña mediática de desprestigio y no se descartan nuevos intentos de asesinarlo, Rafael Correa mantiene en alto una popularidad que lo ha llevado a desempeñar el cargo desde el 2007, con una política de transparencia, consecuente con el propósito integrador que tanto odian los alabarderos del imperialismo.

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