China y Rusia: frente común
30 de marzo de 2021
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La trascendental noticia movió al mundo vertiginosamente –como corresponde a los actuales medios globales de comunicación casi instantáneos– pero indudablemente que el contenido de la información lo merecía y no era posible disimularla y menos aún ocultarla: los respectivos cancilleres de China y Rusia, Wang Yi y Serguei Lavrov, reunidos en la ciudad sureña china de Guilin se pronunciaron oficialmente por la constitución de un frente común para rechazar las medidas coercitivas unilaterales e ilegales impuestas por los gobiernos de Estados Unidos y sus aliados europeos.
Además –algo muy importante– solicitaron que más países se unan a su firme rechazo a las sanciones, en la búsqueda de un amplio frente internacional que ponga fin a la política arbitraria y claramente imperialista de Washington y algunos asociados, que de este modo pretenden atemorizar al resto de la humanidad si pretende ser libre e independiente y no someterse más a los dictados del sistema capitalista mundial, que Estados Unidos encabeza y lienta con sucios propósitos hegemónicos.
Anunciaron que de manera urgente y teniendo en cuenta el deterioro de la situación pedirían una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas –del cual son miembros permanentes– para explorar a la mayor brevedad los graves problemas acumulados hoy por la humanidad, comunes a todos y agravados por la pandemia COVID-19.
Los observadores internacionales coincidieron en subrayar que hacía tiempo ambas potencias mundiales no se expresaban de conjunto en tal forma y que ello evidencia su decisión de resistir las agresiones y sanciones que se han sucedido en los últimos tiempos –extensivas a otras naciones– así como impulsar la actuación de un frente común de países más allá de diferencias políticas o ideológicas.
La realización de una coincidencia de esas dimensiones sería un acontecimiento de proporciones y consecuencias inevitables para la situación mundial, tanto en lo político como en lo económico y en la llamada diplomacia multilateral y aceleraría aún más el aislamiento y declive que viene apreciándose en las posiciones de Estados Unidos y algunos socios que, desesperados, quebrantan una y otra vez la ley internacional.
Entraríamos, por tanto, en una fase victoriosa para los pueblos del mundo que buscan soberanía, equidad y justicia, lo que no dejaría de ser peligroso ante la reacción desconcertada y agresiva del imperialismo, cuando se sienta acorralado ante la pérdida de sus privilegios y la inutilidad de sus sanciones.
De todos modos, la iniciativa chino-rusa de un frente mundial común y la extensión por cinco años del Tratado de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación entre ambos gigantes no debe ser nada agradable para quienes siempre han vivido de la agresión, el saqueo y el chantaje en las relaciones internacionales.
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