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Cavilando

5 de junio de 2024

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Cuando Hamás atacó el 7 de octubre del 2023 a Israel en un hecho y dimensión sin precedentes, escribí en este portal que se sabía lo que iba a pasar, cuando en un hecho limitado hace 16 años -por poner uno de los muchos ejemplos similares- bastó que se lanzarán ocho cohetes en dos días, con un saldo de un civil muerto y dos heridos, para que la respuesta de Tel Aviv, extremadamente desproporcionada, causara unos 3 000 muertos y gran destrucción en la estrecha y abigarrada Franja de Gaza.

Hoy día, la respuesta es más cruel, metódica y creo que muy estudiada, por no decir que esperaba un hecho de esa índole.

Los abusos del día a día sobre la vida de niños, mujeres y ancianos palestinos, aunque no hayan participado en nada, colmó el gran vaso de la ira y venganza en una organización como Hamás, aunque, lamentablemente, se sabía que la respuesta de la “víctima” iba a ser extremadamente desproporcionada.

La reminiscencia tiene lugar después que The New York Times ha vuelto a insistir en que el mando militar y de inteligencia israelí conocía del plan de ataque del 7 de octubre, pero, dicen, pensaban que Hamás no tendría condiciones para llevarlo a cabo.

Recordaremos que Hamás fue permitida por Israel con el fin de contraponerla a la Organización de Liberación de Palestina, y luego dejó que se asentara en Gaza, dejando fuera a la OLP.

Pero los tiempos cambian y, repito, el atropello día a día del ocupante desbordo la ira. Y es que no se puede encarcelar gente sin más, privarla de sus derechos fundamentales y esperar que no reaccionen. No se puede deshumanizar a la gente impunemente.

La respuesta genocida de Israel no tiene nada que ver con Hamás, a pesar de los estragos que hizo entre gente pacífica, inocente y que, incluso, eran simpatizantes de la convivencia con los palestinos, contradiciendo al criminal gobierno de Netanyahu.

 

LIMPIEZA ÉTNICA

Y es que se trata de una limpieza étnica del pueblo palestino, unos 2,3 millones. Por eso, lo primero que hizo Israel fue cortar el agua, la electricidad y los alimentos. Por lo tanto, no se trata en absoluto de Hamás, sino de la “fatalidad” de haber nacido palestino y en la tierra que el sionismo pretende ocupar totalmente.

Mientras Tel Aviv bombardeaba por aire y tierra el norte de Gaza, hizo huir a gran parte de la población al centro y sur, regiones atacadas después, destruyendo hospitales, todo tipo de inmuebles civiles, en tanto sus más expertos francotiradores “cazaban” a mujeres, principalmente embarazadas, y niños, con el fin de evitar la venganza si lograban llegar a la edad adulta.

O sea, subrayo, las denominadas Fuerzas de Defensa Israelíes hicieron que 1,1 millones de residentes del norte de Gaza abandonaran sus hogares y se dirigieran al sur, advirtiendo de una inminente invasión terrestre.

Centenares de palestinos murieron bajo las bombas, mientras viajaban por rutas que Israel les aseguró que podrían atravesar sin peligro.

Así, una sobreviviente hasta ahora, Wata Alaska, quien recientemente regresó a Gaza, tras haber trabajado como maestra en el estado norteamericano de Florida durante 35 años, dijo a Times: “Hemos vivido el año 1948 (año de la inserción del Estado de Israel) y todo lo que pedimos es tener paz para criar a nuestros hijos”.

Otro palestino, Hassaneen, preguntaba: “¿Por qué estamos repitiendo la historia? ¿Qué quieren? ¿Quieren Gaza? ¿Qué van a hacer con nosotros? ¿Qué van a hacer con la gente? Quiero respuestas a estas preguntas para que lo sepamos. ¿Quieren arrojarnos al mar? ¡Adelante, háganlo, no nos hagan sufrir! Háganlo, pues… Antes solía decir que Gaza era una prisión al aire libre. Ahora digo que Gaza es una tumba a cielo abierto… ¿Cree que la gente aquí está viva? Son zombi”.

Cuando el periodista volvió a hablar con Hassaneen al día siguiente, él y toda su familia estaban apiñados en la misma habitación, para al menos poder morir juntos.

Genocidio con el claro apoyo de Estados Unidos, cuyo senil presidente -confeso sionista-, con propósitos electorales, “regaña a Israel una y otra vez, luego de enviarte miles de millones de dólares en armas. Netanyahu se burla de las sanciones internacionales, se pone “bravito” porque tres aliados de Estados Unidos han reconocido al Estado de Palestina, cuando hace tiempo lo han hecho más de 70 países, O sea, tardíamente y sin medida efectiva para detener la mano sangrienta de un mandatario que tiene causas judiciales pendientes por una continuada corruptela.

En palabras de Amira Hass, periodista israelí que pasó muchos años informando desde Gaza:

“Gaza encarna la contradicción central del Estado de Israel: democracia para algunos, desposesión para otros; es nuestro nervio en carne viva. Cuando los israelíes quieren maldecir a alguien, no lo envían metafóricamente al ‘infierno’, sino a Gaza”.

Las autoridades de ocupación siempre la han tratado como una tierra de frontera, más parecida al sur del Líbano que a Cisjordania, donde se aplican reglas diferentes y mucho más severas.

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