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Bien que podrían ser los primeros

27 de mayo de 2024

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El Consejo de Seguridad de la ONU, está atado de pies y manos ante el brazo alzado del representante yanqui, expresión del «veto», para todo lo que se les ocurra no aceptar, aunque sea condenar el genocidio o, simplemente, llamar a un alto al fuego en Gaza.

Allí, en esa instancia superior y vinculante de Naciones Unidas, ellos, los anfitriones estadounidenses, «ponen las reglas» de lo que sí y lo que no.

Por su parte, la Corte Penal Internacional (CPI), aunque no aparece como una dependencia de la ONU, si colabora con esta.

Quizás por ello, ante los reiterados pedidos de condena a Israel por el genocidio que comete en Gaza, alzó su voz, en la persona de su fiscal Karim Khan, para exigir que el premier israelí y su ministro de guerra, sean sometidos a prisión.

Para ello y en busca de consenso, también pide igual condena para algunos de los dirigentes del movimiento palestino, Hamas. Es muy posible que se pensara que con esta fórmula el todopoderoso gobierno de Estados Unidos, no se enojaría ni asumiera una posición contraria a lo acordado.

Pero, desde el presidente Joe Biden, el jefe del Departamento de Estado, Antony Blinken y, hasta algunos congresistas se han revirado contra la Corte, amenazan a sus fiscales, y ya «decidieron» no aceptar de ninguna forma lo aprobado en La Haya.

Lo más reciente en esta rabieta y prepotencia, fueron las declaraciones del senador republicano Lindsey Graham, quien se pronunció por imponer sanciones contra la Corte Penal Internacional.

Y, aquí viene el pollo del arroz con pollo: «Si lo hacen a Israel, seremos los siguientes», advirtió el legislador durante una reunión de un comité del Senado.

«No solo para ayudar a nuestros amigos en Israel, sino también para protegernos a nosotros mismos con el tiempo», dijo. Al respecto recordó otra «caquita», cuando Washington no aceptó que la propia Corte, años atrás, juzgara a los militares estadounidenses involucrados en los más horrendos crímenes que cometieron cuando invadieron a Afganistán.

Pero esta especie de chistes macabros, no terminan ahí, pues cuando Netanyahu supo del pedido de prisión por parte de la CPI, manifestó: «Las acusaciones hechas contra mí por crímenes de guerra en Gaza son completamente falsas. Más personas mueren por desnutrición en Estados Unidos, que hoy en el enclave palestino».

En tal caso, bien pudieran ser los gobiernos de Estados Unidos, los primeros en ser juzgados de verdad y condenados por todo lo ocurrido y lo que sigue ocurriendo con la población palestina.

Y tras los estadounidenses, es decir tras los mentores del crimen, juzgar y condenar debidamente a los ejecutantes israelíes, en primer lugar, al premier Benjamín Netanyahu.

Sería la única forma para que la comunidad mundial dé crédito a la ONU, al Consejo de Seguridad y también a la Corte Penal Internacional.

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