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Aumenta la agresión silenciosa a Yemen

10 de octubre de 2016

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Cuando ya se vislumbra el ascenso a 12 000 de las muertes causadas por la agresión árabe-occidental de año y medio a Yemen, los buitres del Imperio y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte incrementan su presencia en la región, sin que apenas se vislumbre ni una línea al respecto.
El lado nominativo del genocidio tiene la firma de Arabia Saudita, cuyos pilotos, mercenarios occidentales generalmente, manejan modernos aviones estadounidenses y, sobretodo, británicos.
Más de la mitad de los 21 millones de sobrevivientes de la agresión están en lastimosa situación humanitaria, mientras sauditas y otras satrapías aliadas impiden el paso de ayuda, incluso de la Cruz Roja.
Casi no queda hospital sin bombardear, y el resto de la infraestructura está siendo demolida metódicamente, en el frenético y demencial afán de eliminar a las guerrillas huties,que han depuesto a gobernantes prooccidentales y reciben el apoyo de un pueblo que, tiene mayor desarrollo ideológico que la mayoría de los restantes de la zona.
A los imperialistas no les han bastado los mentirosos pretextos para realizar las fracasadas invasiones a Afganistán e Iraq, con ruinas aún humeantes y pueblos completamente devastados.
Sin lugar a dudas, la cruzada antiterrorista del Estado Terrorista contra árabes en general, talibanes, las organizaciones que ayudó a crear, como Al Qaeda y el Estado Islámico; piratas y estados fallidos tenía que extenderse a Yemen, una nación que siempre preocupó a Occidente por negarse a aceptar cualquier claudicación.
Con frecuencia se menciona esta cruzada estadounidense, olvidando el papel de sus principales aliados en los países considerados “conflictivos”.
La punta de lanza –en otros casos ha sido Israel– recayó en Arabia Saudita, que ha hecho y deshecho cuanto ha querido, luego de ver obstaculizado su plan para deponer al gobierno de Bashar al Assad en Siria.
La manipulación de los medios y la exageración de los problemas conducen a nuevos escenarios bélicos hasta que estalla la pólvora. Uno de los pretextos utilizados fue la supuesta intervención yemenita en un atentado fallido contra un avión de pasajeros británico, no obstante sospecharse de elementos nigerianos.
Estados Unidos aupó desde el 2006 a un gobierno que le era, por supuesto, afín, con una abundante inyección de dólares, posiblemente suministrados por Arabia Saudita. La cifra se fue multiplicando en años posteriores, los cuales contaron con la presencia de 13 estados europeos, la mayoría miembros de la OTAN. Así, EE.UU. se aseguraba de no actuar solo.
Sobran experiencias sobre las “preocupaciones” de la presunta organización no gubernamental estadounidense Human Rights Watch (HRW), cuyos pronostican utilizan frecuentemente la Casa Blanca y el Pentágono para desatar ofensivas militares contra cualquier país.
HRW señaló un deterioro significativo de los derechos humanos en Yemen, cientos de arrestos arbitrarios, utilización de la fuerza contra demostraciones “pacíficas”, incremento de las detenciones en el sur, resurgimiento de conflictos con rebeldes huties, utilización de niños soldados en los combates, incremento de ataques de Al Qaeda contra Arabia Saudita, negativa del gobierno yemenita a la entrada de agencias internacionales, etcétera.
Lo posterior es mucho más reciente, pero no por ello más conocido: la deposición del gobierno yemenita por uno afín a Washington, y la huida de este ante el incremento de la ofensiva hutie, lo cual creo la excusa para la agresión a gran escala encabezada por Arabia Saudita.
Para Estados Unidos y Occidente el control de Yemen es vital, porque navíos europeos se desplazan libremente entre el Golfo de Adén, el Océano Índico y el Mar Arábigo y los estrechos de Gibraltar y Ormuz.
Otras razones imperiales es garantizar la seguridad, “debido a la situación humanitaria en Somalia”, las “agresiones” de Hizbollah en el Líbano, que ahora se extienden a los “terroristas buenos” de Occidente en Siria; prevenir ataques piratas y el aumento de las operaciones de Al Qaeda, con supuesta base en Yemen, lo cual es amenazante para Arabia Saudita y el resto del mundo.
Todo en un escenario en que se replantea el expansionismo imperial, que hará más complicada la situación en un futuro, según los designios de los países ricos que han hecho del pueblo yemenita una sufrida víctima.

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