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Apuesta que se pierde

19 de enero de 2022

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Moon Jae-in finalizará su mandato presidencial en Corea del Sur sin lograr su declarado propósito de allanar el camino para el acercamiento con lo que llama hermanos del norte de Corea, gracias a la continuada política belicista e incumplidora de los halcones de la guerra que controlan la gobernanza en Estados Unidos.

Cada vez que ocurre un acercamiento entre ambas artes de Corea, Estados Unidos vuelve a interponerse en la senda de paz, utiliza al aparato militar surcoreano y emprende nuevas y cada vez más agresivas maniobras bélicas conjuntas para un eventual ataque a la República Popular Democrática.

El alarde propagandístico de Donald Trump de haber sido el único presidente norteamericano en conversar con un mandatario norcoreano, en este caso Kim Jong-un, ha quedado como una simple fachada, que el actual presidente no se ha molestado en levantar, dejando a los supuestos sesudos miembros de su gabinete hacer y deshacer al efecto.

Así, bajo la excusa de impedir la amenaza nuclear del Norte, la avivan aún más, porque Pyongyang no ha bajado la guardia en momento alguno, y continua sus ensayos de lanzamiento museísticos, incluido uno hipersónico, aunque explicando que no contra terceros países, sino para disuadir cualquier de Estados Unidos, que, además, no cesa en la continuación de la aplicación de sanciones para ahogar al pueblo norcoreano, enfrentado a penurias y la amenaza del nuevo coronavirus.

Balandronada de los halcones, presiones a Seúl para que siga fiel a los dictados de Washington y el mantenimiento de la política de Tremp de exigir a Corea Democrática que se desarme mientras aumenta las sanciones a Pyongyang, no pueden arrojar resultados satisfactorios para la consecución de una península pacífica,

Aún persisten las malas sensaciones en el Sur acerca de las continuadas balandronadas norteamericanas, en las que el Imperio exige que Seúl pague mil millones de dólares por el sistema antimisiles que Estados Unidos ha desplegado en territorio surcoreano contra Pyongyang y Beijing, al que denomina “paraguas defensivo”.

Lo cierto es que han caído virtualmente al vacío los esfuerzos del mandatario surcoreano de acercarse al Norte, algo que no es nuevo en él y lo hace diferente a otros mandatarios surcoreanos, lo cual levantó el escozor estadounidense.

Con un largo historial de militancia en Corea del Sur -líder estudiantil en los años 70- pagó su lucha con la cárcel durante la dictadura de Park Chung-hee -el padre de la anterior presidenta, quien fue destituida por corrupción y ahora fue liberada por presiones de EE.UU.

 

POLÍTICA SOL

Moon siguió la llamada Política Sol, articulada por otro anterior presidente, Kim-Dae Jung, y desarrollada por su mentor político, Roh Moo-hyen: una política de acercamiento al Norte que derivó en conversaciones entre los dos estados hermanos, dos cumbres intercoreanas en Pyongyang (en junio del 2000 y octubre del 2007), iniciativas empresariales conjuntas como el desarrollo turístico del Monte Kumgang, e incluso el reencuentro de familiares separados por la Guerra de Corea. El nombre viene de El Viento y el Sol, una fábula de Esopo cuya moraleja indica que es más eficaz la persuasión que la violencia.

Pese a las aprensiones de la dirigencia estadounidense y sus acólitos en las fuerzas armadas surcoreanas, Moon logró avances en el acercamiento que también deseó Kim, y es porque ambos apostaron por la paz, como destacamos en un anterior comentario en este portal.

Entrevistado por The New York Times, Moon explicaba que “la estrategia de contención de las dos administraciones conservadoras de Lee Myung-bak y Park Geun-hye y la ‘paciencia estratégica’ de Obama fueron un completo fracaso. Las cosas eran diferentes con Kim Dae-jung y Roh Moo-hyun. Hubo un progreso significativo en las relaciones intercoreanas, sin temor a otra guerra. Para desmantelar el programa de armas nucleares del Norte, se establecieron las conversaciones a seis bandas. Incluso llegamos a un acuerdo global entre el Norte y el Sur, gracias a una declaración conjunta que se refería al desmantelamiento completo de las armas nucleares de Corea del Norte, a un tratado de paz e incluso a la normalización de relaciones entre Estados Unidos y el Norte. El Norte incluso explotó la torre de enfriamiento de su reactor nuclear. Todo eso se detuvo después de que el gobierno de Lee Myung-bak asumiera el cargo. Sé que la capacidad nuclear del Norte está más avanzada ahora, pero el mismo enfoque paso a paso sigue siendo viable”.

Pero para estados Unidos esto de la conciliación coreana no es nada vbable ni benéfica a sus intereses hegemónicos, que, de no contenerse, llevan al mundo a una Tercera Guerra Mundial, cuestión que no es exagerada, pese a que Biden dice llevar una política exterior pacífica.

Empero no tener las enormes bases que tenía en Filipinas, Estados Unidos se vuelve a hacer presente en el archipiélago, mediante “unidades especiales” que llegaron por vía aérea para realizar un simulacro de “infiltración en Pyongyang”.

Además, algo que se repite constantemente es el periplo del submarino nuclear USS Michigan con el trasporte de Boinas Verdes, efectivos de la Fuerza Delta del Ejército de EE.UU. y unidades especiales de Okinawa (Japón) a la base naval de Jincha, en el sureste de Corea del Sur.

En medio de todo esto, de las andanzas bélicas norteamericanas y de la política de contención de Biden, se hace imposible continuar con el espíritu de diálogo levantado por Moon y Kim.

Y aunque EE.UU. rechaza la acusación del Norte acerca de los preparativos imperialistas de guerra, Pyongyang ha subrayado que desencadenará la agresión contra la RPDC si ésta no se desnucleariza, sin aludir al armamento de este tipo que mantiene en sus bases militares de Corea del Sur.

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