Apariencias que engañan
11 de junio de 2013
|Pese al fuerte crecimiento económico de los últimos años y augurios de un futuro promisorio, el gobierno turco enfrenta el cada vez mayor descontento de sus ciudadanos, quienes protestan tanto por la desmesurada desigualdad entre ricos y pobres, como por una política que consideran entreguista y sumisa a la organización del Tratado del Atlántico Norte.
No es la primera vez que ello ocurre en los últimos tiempos, aunque esta vez la violencia contra las manifestaciones ha sido desmedida, cobrando vidas y causando graves lesiones.
Lo cierto es que desde hace casi un año, Turquía se enfrenta a una grave crisis interna, producto, por un lado, de la incapacidad mostrada ante el conflicto con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y, por el otro, de las masivas críticas de los partidos que piden la expulsión de varios titulares, que han puesto al gobierno de Erdogan en una situación desfavorable ante la opinión pública.
En la anterior ocasión, Ankara creó un conflicto contra Siria, a fin de desviar la atención del pueblo respecto de la situación interna y ocultar su incapacidad ante el PKK.
Pero ni en ese entonces ni ahora, los movimientos realizados por Turquía y la coalición antisiria, incluyendo grupos armados enviados a Siria, pudieron cumplir con su misión.
Aunque la destrucción y el daño a la población civil siria son enormes, han estando cayendo la mayor parte de los bastiones de los terroristas opositores, principalmente en Alepo, donde se considera que es el punto principal para asentar un régimen contrario al presidente Bashar al Assad. Lo más increíble de esto es que Damasco ha ayudado durante todos estos años a Ankara en el problema histórico creado con los kurdos
Los hechos atestiguan, que Turquía ha estado siendo empujada por las potencias occidentales para crear el camino hacia la guerra en la región, con el fin de generar situaciones críticas no solo en Siria, sino también en Irán, el Líbano e Iraq, en este último con el fin de eliminar el intento de divorcio con Estados Unidos, principalmente.
Si en algo ha fallado todo este plan, se encuentra en la resistencia del pueblo sirio, la profesionalidad y firmeza de su ejército, la solidaridad militante, activa, de Irán y el movimiento libanés Hizbollah, y las trabas impuestas por Rusia y China en Naciones Unidas, con el aderezo del envío de cohetes antiaéreos rusos S-300 al gobierno de Al Assad, como consecuencia de un anterior acuerdo entre ambas naciones.
A la volátil situación interna, hay que añadir que el pueblo turco en general, los grupos y partidos políticos opositores dentro de Turquía han rechazado los intentos guerreristas e insistieron en que nunca serán mercenarios de Estados Unidos y jamás lucharán contra Siria.
Lo anterior, añadido a lo erróneo de políticas que han hecho retroceder avances económicos logrados en los últimos tiempos, han puesto en ascuas a un gobierno que había logrado cierto reconocimiento interno y externo.
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