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Amenazas, agresiones y más amenazas

24 de abril de 2017

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La situación mundial se caracteriza en estos momentos por las múltiples amenazas y formas de violencia que parten de la Casa Blanca de Estados Unidos y contradicen el tono aparentemente conciliador del candidato presidencial que resultó finalmente ganador y hablaba entonces de separarse de políticas agresivas seguidas por su antecesor.

Con esa impresión hacia sus propios ciudadanos y hacia el resto del planeta llegó Donald Trump a la Oficina Oval, tras reñida campaña electoral marcada por una inusual polarización, rodeada de insultos y zancadillas como pocas veces se recordaba en la habitualmente sucia política estadounidense.

Siempre hubo, no obstante, quienes alertaron acerca de la esencia simuladora y falaz de tales campañas, y llamaban la atención sobre la naturaleza invariable del imperialismo cualesquiera que fuesen sus cabezas visibles, que no era otra cosa que dominación y hegemonía a cualquier precio para satisfacer los intereses económicos y geopolíticos del gendarme mundial.

Académicos, analistas y expertos generalmente acertados en sus previsiones y observaciones sobre la política imperialista estadounidense, se muestran hoy sorprendidos y sin respuestas exactas sobre lo sucedido a lo largo de los primeros cien días o poco más de la actual Administración. La caracterización de cada uno de los personajes seleccionados por el nuevo mandatario para ocupar las carteras departamentales y su equipo de asesores, no resultó suficiente para deducir en detalle el rumbo de la Administración sobre todo teniendo en cuenta la forma en que el candidato Trump llevó a cabo su campaña.

En el momento actual –en medio de las más variadas especulaciones– unos sostienen que el rumbo exterior de la política imperialista de estados Unidos es más de lo mismo y que todo estaba desde antes previsto, aunque oculto, durante la campaña electoral.

Otros, sin embargo, lo atribuyen a las grandes presiones que los gobernantes de Washington no han podido evadir, por parte del complejo militar-industrial y otros grupos económicos asociados, por los grandes medios de comunicación y sectores del propio Partido Republicano que dificultan sus iniciativas en el Congreso, sumados a la nada despreciable e influyente oposición del Partido Demócrata, cuya candidata obtuvo más votos en las urnas que el presidente electo gracias al peculiar sistema electoral del Imperio.

Desde este último punto de vista, no olvidar que Trump no es representativo de la mayoría electoral de los votantes estadounidenses, y en un país que se autocalifica como “padre de la democracia representativa” eso no es poca cosa.

Lo cierto es que las semanas recientes estuvieron repletas de amenazas descabelladas y sangrientas acciones agresivas que han partido de esta nueva administración imperial, cuyo presidente se ha hecho responsable de ellas, aunque también se dice que algunas fueron tomadas sin su previa aprobación, lo cual sería más preocupante y peligroso.

Independientemente de las motivaciones que se esconden tras los aires amenazantes que irradian desde Washington hacia los “más de 60 oscuros rincones del mundo” de que hablara el genocida W. Bush hijo, si el momento mundial se complicara aun más solo tendría un culpable verdadero.

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