Algunos apuntes de Brasil
13 de abril de 2017
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En Brasil, por lo extenso que es, parecen perderse en su geografía los problemas que afronta.
El poder mediático, que en el caso brasileño es de los más grandes del planeta, trata muy poco o no trata, la profundidad de las diferencias sociales y el tema de la corrupción lo sectorizan con el alto ingrediente político de aliarse al lado de los poderosos.
Leyendo un despacho noticioso de la agencia italiana IPS, me sorprendió sobremanera el asunto de las diferencias en Brasil.
Por ejemplo, mientras en el estado de Santa Catarina, al sur del país, la esperanza de vida es la más elevada con 78,7 años; al nordeste, en Maranhao, es de 70,3 años.
La diferencia, explica el citado despacho, se corresponde con el nivel de vida e ingresos que contrapone las regiones pobres, del norte y nordeste del país, con la de los estados más desarrollados del centro y el sur brasileño.
La desigualdad rige incluso dentro de una misma ciudad. En un barrio rico de São Paulo, Alto Pinheiros, el promedio de vida de sus habitantes supera en 25,8 años el de un barrio pobre de la misma metrópoli, Ciudad Tiradentes, reveló el “Mapa de la Desigualdad”, de la no gubernamental Red Nuestra São Paulo.
En ambos extremos las respectivas expectativas de vida son de 79,67 en el barrio rico y 53,85 en la zona más pobre.
El asunto, como puede apreciarse, pasa por la concentración de riquezas en unos pocos y la centralización de pobreza en la mayoría.
La crisis, como la que vive Brasil tras dos años de fuerte recesión económica, hacen sufrir a la población y, además, desnudan factores de inequidades más allá de las causas económicas reiteradamente discutidas, como los altos intereses, un sistema tributario regresivo, herencias y otros mecanismos que concentran las riquezas en pocas manos, señala IPS.
En medio de un debate sobre la edad de jubilación de mujeres y hombres y vinculado con ello los ingresos de unos y otros luego de cumplida su edad laboral, se destapan fenómenos como el de que mientras funcionarios gubernamentales y militares se jubilan con sus salarios íntegros, otras capas de la población sufren una alta reducción de sus ingresos.
La mayor remuneración que puede recibir un jubilado privado equivale a una séptima parte de la del colega público de altos sueldos, como jueces, generales y parlamentarios, refiere el despacho noticioso.
Otro fenómeno presente en la realidad cotidiana brasileña y que marca el gran nivel de desigualdad social existente, está relacionado con la educación, pues las mejores universidades públicas son monopolio de los sectores más ricos.
Y en la enseñanza básica, las mejores escuelas son privadas y cuestan no menos de 500 dólares al mes por alumno, algo que la mayoría de la población no puede pagar y solo algunos sectores de la clase media y los ricos monopolizan ese servicio básico que debe ser patrimonio de todos.
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