Alemania obliga a pagar, pero no paga
20 de octubre de 2016
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Expertos financieros han pedido a la canciller Ángela Merkel que gestione ante la banca alemana la suavización de los términos para el pago de la deuda de Greca, contraída por anteriores gobiernos corruptos y que tiene en la pobreza a millones de griegos, entre los cuales había algunos que decidieron suicidarse.
Como se recordará, Berlín encabezó el castigo al actual gobierno de Alexis Tsipras, cuando este decidió no pagar deudas contraídas en leoninas condiciones, e incluso logró la aprobación popular a su política, de la cual, no obstante, tuvo que retractarse, temiendo, entre otras cuestiones, salir de la zona euro, como está haciendo ahora Gran Bretaña.
Pero esta cuestión no solo atañe a Grecia, sino, como se ha visto, a toda Europa, porque siguen predominando la opinión conservadora, de la que Alemania es paradigma, para citar una palabra de moda.
De ahí que se tema la destrucción dela economía por la crasa ignorancia en la aplicación de una política egoísta, en la que Berlín nunca ha sido un ejemplo porque, históricamente, nunca ha pagado ni una deuda.
Parece increíble, pero es cierto, de ahí que sea más cruel esa exigencia de su banca al respecto. Alemania sostiene el dogma de la austeridad, pero nunca –subrayo–, pero nunca ha pagado su deuda ni después de la Primera Guerra Mundial ni de la Segunda.
Sin embargo, se ha hecho frecuente que otras naciones paguen, como se hizo después de la guerra franco-prusiana, y Francia tuvo que hacerlo, no Prusia.
Hay dos maneras por las que se puede o se exija pagar la deuda. En el siglo XIX se mostró un método lento para pagarla, como cuando el Imperio Británico libró costosas guerras con Napoleón, lo cual se ha aplicado ahora a Grecia. Esto funcionó, pero tardó más de cien años en pagarse, sacrificando principalmente el presupuesto de la enseñanza.
El otro método es más rápido. Alemania lo demostró en el siglo XX, y consiste en tres componentes: inflación, un impuesto especial a la riqueza y alivio de la deuda, pero nunca, como Estado, tuvo que pagarla, por lo cual resulta paradójico que ello no se aplique a los griegos.
Recordatorio
Después que la guerra terminó en 1945, la deuda de Alemania ascendió 1 200% de su Producto Interno Bruto (PIB). Diez años más tarde era del 20% del PIB. Asimismo, Francia logró un cambio de tendencia similar ingeniosa, pero ello no se hubiera logrado si se aplicara la misma política fiscal que se le exige a Grecia. Ya en 1953 se había cancelado el 60% de la deuda externa alemana y reestructurado las internas, sin pagar nada.
Aunque algunos señalan que ello sucedió porque la gente reconoció que las altas reparaciones exigidas a Alemania después de la Primera Guerra Mundial fueron una de las causas de la Segunda, en el libro Capital en el Siglo XX, el francés Thomas Piketty aclaró que ello notiene nada que ver con la moral, sino fue una decisión política y económica, al reconocer que no se puede exigir a las nuevas generaciones que paguen por décadas los errores de sus padres.
Los griegos, sin dudas, han cometido grandes errores. Hasta el 2009 el gobierno de Atenas falsificó sus libros de cuentas. Pero, a pesar de todo, la más joven generación no tiene responsabilidad de pagar por las pifias de sus mayores.
Lo cierto es que la Alemania actual, la que nunca ha pasado sus deudas, por una u otra razón está encabezando la política (antipolítica, diría) de patear estados, lo cual puede empeorar la crisis de confianza en la zona euro. Los mercados financieros se volcarían sobre el siguiente país, lo cual sería el comienzo de un largo período de interminable agonía, lo cual arriesgaría el denominado modelo social del euro en el altar de una política irracional conservadora.
Hoy Alemania se está beneficiando de Grecia, ya que extiende préstamos a relativamente altas tasas de interés, lo cual subraya su egoísmo, por lo cual el mencionado escritor francés Piketty recomienda a la canciller Ángela Merkel que si quiere asegurar su lugar en los libros de historia, debe forjar una solución a la cuestión griega, incluyendo una conferencia de la deuda en la que se pueda comenzar conuna pizarra limpia, a cambio de una renovada y fuerte disciplina fiscal.
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