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Alemania en crisis

23 de diciembre de 2024

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Algo que no se había atrevido a realizar hasta ahora -tras casi tres años de guerra- el régimen de Kiev lo acaba de anunciar: el cierre del suministro de gas a Eslovaquia y posiblemente al resto de Europa Occidental con la clausura del gasoducto ruso enclavado en tierra ucraniana.

El mayor perjudicado por el momento es Eslovaquia, cuyo primer ministro -repuesto de un atentado-, Robert Fico, acaba de recibir la noticia luego de una extensa conversación con el presidente ruso, Vladimir Putin.

El corte de gas no es algo nuevo utilizado por Ucrania y aquellos que lo entrenan y amparan al respecto, como Estados Unidos, sino que ya se ha señalado que saboteadores de Kiev, entrenados por Occidente, estaban detrás del sabotaje hace dos años a los oleoductos Nord Stream 1 y 2 que debían llevar  el gas ruso a Alemania, la principal perjudicada.

Como recoge el colega Cubasi, la crisis alemana no tiene una única , pero el sabotaje de los gasoductos actuó de detonante.

La falta de gas hizo subir el costo del consumo en Alemania, algo que se añadió a los irresueltos problemas económicos y que ha hecho retroceder a la denominada locomotora de Europa.

Ello ha ayudado a caldear un clima político, que ha golpeado severamente al canciller socialdemócrata Helmut Schultz, quien, al recibir un voto de censura parlamentario, ha tenido que adelantar las elecciones en siete meses, evento que tendrá lugar en febrero venidero.

En resumen, subrayo, Alemania ha sido el país más perjudicado. Dos años después de las explosiones en el fondo del mar Báltico, Alemania se halla en una situación de notorio estancamiento económico y de creciente crisis política.

TAMBIÉN DE IDENTIDAD

Casi ochenta años después del fin del nazismo, Alemania enfrenta una crisis de identidad profunda. La ola migratoria de la última década, con un aumento del 50% en la población extranjera (19,5% en 2023), ha sido una bendición económica, pero también un detonante social. El Este, donde la presencia de extranjeros fue mínima durante la República Democrática Alemana, se ha convertido en el epicentro del rechazo a la emigración y el caldo de cultivo de la reacción.

La noche de Colonia en el 2015, los atentados islamistas y la crisis de vivienda han sido instrumentalizados por la ultraderecha para desatar un discurso xenófobo que permea la sociedad.

La Alemania abierta y liberal de 2015, que bajo la derechista e inteligente Merkel recibió a un millón de refugiados con el famoso “ir chafen das” (“lo lograremos”), ha dado paso a una sociedad dividida y desconfiada.

El contexto internacional también ha exacerbado esta crisis identitaria. El apoyo incondicional de Alemania al Israel de Netanyahu, impulsado por una culpa histórica hacia el pueblo judío, ha alienado al país en el Sur Global. Esta postura, combinada con una política migratoria endurecida promovida por la Comisión de Úrsula van de Leyen, acentúa el aislamiento de Europa y la fractura con los países del Sahel, Asia y América Latina.

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