Agua envenenada
26 de octubre de 2020
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Las grandes familias explotadoras del petróleo –entre otras muchas cosas– aseguraron que cumplirán su meta de cubrir en un 45% la demanda mundial del producto en el 2030, utilizando preferentemente la Fracturación Hidráulica o fracking, a pesar del comprobado daño de este método para mantener el consumo de combustibles fósiles.
El colega Elson Concepción recordaba en Granma (Gas esquisto: bancarrota y peligro) que Fidel citaba hace ocho años un artículo de la agencia International Press Service en el que se advertía que “la explotación de una plataforma con seis pozos puede consumir 170 000 metros cúbicos de agua e incluso provocar efectos dañinos como influir en movimientos sísmicos, contaminar aguas subterráneas y superficiales, y afectar el paisaje”.
Un informe de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE.UU. asociaba el fracking con la contaminación de las aguas en el estado de Wyoming, lo cual fue confirmado posteriormente por la propia entidad, al subrayar que nuevas evidencias científicas aportan que “la contaminación de las aguas subterráneas está asociada a la fractura hidráulica”.
En su informe de 121 páginas, la EPA afirma que la contaminación de las aguas detectada en los alrededores de Pavillion (Wyoming), proviene de filtraciones ascendentes desde los pozos de gas, e implica al menos 10 compuestos utilizados en la fractura hidráulica.
Las conclusiones del informe contradicen asimismo los argumentos utilizados reiteradamente por la industria para asegurar que es seguro el proceso de fracking: que la presión hidrológica obligaría a los fluidos a bajar, no a subir; que los estratos geológicos profundos proporcionan una barrera estanca que evita la fuga de los compuestos químicos hacia la superficie; y que los problemas del revestimiento de acero y de cemento de los pozos no tienen nada que ver con el fracking.
Desde los ´90
Las primeras quejas de la población de Pavillion sobre contaminación de las aguas se remontan a mediados de la década de los 90, agravándose los problemas hacia el 2004. En respuesta a las quejas de varios vecinos de que el agua de sus pozos adquiría una tonalidad marrón tras las operaciones de fractura en pozos cercanos, las compañías de gas suministraron a la población agua potable en cisternas durante un cierto tiempo.
La toma de muestras de agua de los pozos de la zona por la EPA se inició en el 2008, detectándose la presencia de hidrocarburos y trazas de contaminantes que parecían poder estar relacionados con el fracking. Otra serie de muestreos confirmó en el 2010 la existencia de contaminación, y tanto la EPA como los departamentos de salud pública federales advirtieron a la población para que no bebiese agua de sus pozos y para que ventilara las viviendas al llenar la bañera, porque el metano presente en el agua podía provocar una explosión.
Para confirmar estas evidencias, la EPA perforó dos pozos de seguimiento de la calidad del agua a unos 300 metros de profundidad, haciendo públicos los datos recogidos, que confirmaban la presencia de altos niveles de productos químicos carcinógenos, como el benceno, y de un compuesto denominado 2-Butoxietanol, utilizado en el fracking.
Ero debía haber sido concluyente, pero no fue así en la “justicia” norteamericana, que desvió la controversia, al dictaminar que las posibles causas de la contaminación de la agricultura eran las perforaciones y las balsas de residuos abandonados por la industria petrolera y gasística.
Pero el afán de obtener ganancias, sin importar las consecuencias, hace que el principal promotor del fracking, Estados Unidos, ponga en peligro la vida del planeta.
Y es que el Imperio recurre al criminal método, desesperado porque no ha podido controlar el petróleo de Irán, porque se le salió Iraq de las manos, hizo un caos y destruyó a Libia, fracasó con el de Venezuela, y no saca suficientes ganancias del robo del combustible sirio.
Expertos señalan que la concatenación de las fallas naturales de la corteza terrestre y la destrucción de importantes ciudades en los Estados Unidos, debido a no cumplir las técnicas de explotación petrolera y gasífera que siempre han aconsejado “no fracturar hidráulicamente la tierra para extraer combustibles fósiles, porque forma parte de la corteza terrestre y es un gran peligro para el planeta y la Humanidad”.
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