Agresividad perenne
29 de julio de 2020
|Sólo unas endebles relaciones diplomáticas sustentan el quehacer en el ámbito político entre Estados Unidos y Cuba, sin que fuera sorpresa que el gobierno de Donald Trump apele a la ruptura total antes de las elecciones de noviembre venidero.
Los más recientes pretextos para enlodar internacionalmente a Cuba son apenas pequeñas gotas de chapucería e improvisación imperialista; y digo chapucería, porque es muy difícil hacer tragar que nuestra policía sea abusiva y represiva -que sí abunda en Estados Unidos- como pretenden hacer ver, debido a un hecho aislado en el que quedó demostrado la legítima defensa frente a un peligroso malhechor armado.
Algunos colegas aseveran en que se trata de fabricar un pretexto para subvertir el orden con la utilización de elementos de cerebros débiles e ignorantes.
Empero, es algo imposible que prospere, debido al quehacer de un pueblo que ha demostrado cohesión frente a hechos aún más graves, incluso ahora, en el enfrentamiento nacional e internacional de manera solidaria a la pandemia de la COVID-19 -que estamos venciendo-, y al bloqueo genocida impuesto y agravado por Estados Unidos.
Cierto que no se debe descuidar las actividades de subversión de los tarifados al servicio del Imperio, pero la historia enseña que muchos de esos intentos hansido desbaratados por un pueblo que ha hecho valer su unidad en todo momento.
NADA NUEVO
Años antes del constituirse la primera y falsa república independiente en 1902, personajes de corbata y levita intentaron llevar a Cuba por el camino de la anexión a Estados Unidos, el cual logró frustrar el esfuerzo de los cubanos que se alzaron en armas en 1995, mediante el autoatentado que hundió al barco norteamericano Maine en aguas de la bahía habanera.
En el hecho perecieron mayormente marineros negros, porque la oficialidad blanca se encontraba en tierra.
Ardua fue la batalla para librarnos de las garras del Imperio y de sus gobiernos afines, pero ello no desarticuló la amenaza imperial, cuyos voceros tildaron a Cuba de amenaza roja en el Caribe
Todo ello conllevó a la ruptura de las relaciones diplomáticas el 3 de enero de 1961, algo que EE.UU. venía estudiando meses atrás, porque sólo esperaba el momento más oportuno, en connivencia con la Organización de Estados Americanos, la cual debía pedir a Washington este rompimiento.
Esta actitud norteamericana está recogida en un documento denominado Pretextos para justificar la intervención militar de Estados Unidos en Cuba, meses después de la derrota mercenaria en Playa Girón.
La ayuda solidaría de Cuba a movimientos de liberación fueron después otros justificativos para arreciar el complot contrarrevolucionario, que incluso trató de hacer creer que nuestro país estaba fabricando armas biológicas.
Tras múltiples tropiezos y fracasos de la extrema derecha, se llegó al restablecimiento de las relaciones diplomáticas en diciembre del 2014, que presuponía un respiro transitorio ante tantas tensiones, aunque sin que el imperialismo abandonara su proyecto de subvertir y destruir la Revolución Cubana, mediante métodos más sutiles.
El bloqueo nunca se llegó a levantar y ahora, con una administración que responde a lo más reaccionario del establishment, mantiene en ascuas los vínculos diplomáticos, abundando los pretextos para recrudecer la política anticubana, incrementar las sanciones y tratar de rendir por hambre al pueblo cubano.
Pueblo que ha sabido enfrentar y vencer con creces cualquier intento contrarrevolucionario, sin que la pasión lo ciegue, con la inconformidad y espíritu crítico que le caracteriza, para mejorar en todos los órdenes en la construcción del socialismo al que aspira.
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