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Advertencias y coincidencias

18 de mayo de 2015

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El tráfico de seres humanos es un crimen contra la humanidad que debería ser reconocido como tal y castigado por los tribunales regionales e internacionales, ha dicho el Vaticano.
En un informe sobre el tema se recoge que unos 30 millones de personas viven en la esclavitud en todo el planeta, muchas de ellas son objeto del tráfico por parte de bandas que las usan para fines sexuales y trabajo no cualificado.
El tema, por lo sensible que resulta, debe ocupar una prioridad mayor en gobiernos e instituciones internacionales.
No por casualidad el Papa Francisco, tras asumir el pontificado, realizó su primer viaje a Lampedusa, una isla entre Sicilia y Túnez, para recordar a los miles de emigrantes africanos que han perecido en su travesía hacia Europa.
Por su parte, en Bruselas el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, afirmó que las concertinas instaladas en la valla fronteriza de Melilla crean un “peligro extremo” para quienes intentan saltarla, aunque admitió que la zona sufre “presiones extraordinarias” por su situación geográfica. “No creo que los muros y las barreras funcionen para detener a la gente desesperada. Encontrarán el modo de atravesarlas”, señaló.
Un reciente seminario sobre el tema, realizado en el Vaticano, concluyó con 50 recomendaciones, entre ellas las de crear tribunales regionales e internacionales porque el tráfico de seres humanos es un fenómeno internacional y rara vez puede juzgarse a nivel nacional.
En tanto, desde Berlín la agencia Notimex informó sobre el incremento del comercio de niños a nivel mundial en los últimos años. Se asegura que un 27% de las víctimas del tráfico de seres humanos son niños y jóvenes, de los cuales las dos terceras partes pertenecen al sexo femenino.
Al respecto, datos de la Comisión Europea revelaron que las redes criminales en ese sector obtienen cada año ganancias por alrededor de 25 mil millones de euros.
Un informe de esa propia Comisión denuncia que los infantes y jóvenes son víctimas de “una explotación brutal y del abuso y la violencia sistematizados”.
Mientras, la presidenta de Unicef Alemania, Anne Lütkes, indicó en Berlín que “el comercio humano es un negocio mundial, en el que sobre todo se explota a niños y mujeres”.
“La pobreza, las familias destrozadas y la discriminación, así como la falta de estructuras estatales y la corrupción facilitan que las bandas criminales encuentren víctimas”, afirmó.
El asunto del tráfico y comercio de personas, fundamentalmente niños, ha encendido las alarmas a nivel planetario, donde advertencias y coincidencias son expresión de que la voluntad existe pero lo que faltan son medidas concretas para una disminución real de esos crímenes.
Hoy la situación es crítica, los países de la Unión Europea, de los mayores afectados por el tráfico ilegal de personas, solo realizaron 1 250 juicios contra delincuentes por este delito.
Por lo general los procesos salen a la luz tras redadas policíacas y son pocos los casos de denuncias por parte de las víctimas, ante el temor de ser identificadas por sus victimarios, revelaron las organizaciones citadas por la prensa.

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