Adalid de los ricos y azote de los pobres
26 de noviembre de 2024
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No escampan por estos días los elogios de la oligarquía y el imperialismo para el ultraderechista presidente argentino, Javier Milei, quien exhibe alborozado los más bajos índices de inflación de los últimos tiempos y camina rápido en la privatización de las empresas públicas, que en número superior a las 400 se encuentran en esa condición.
Llama la atención como apenas con una minoría legislativa Milei destroza los intentos opositores de frenar sus medidas, la mayoría de las cuales logran ser aprobadas en detrimento de la inmensa mayoría de la población.
Mientras el índice de la pobreza llega al 52% en una nación eminentemente agropecuaria y con altos índices de producción, el “libertario” sigue acudiendo a préstamos externos.
El economista Ricardo Aronskind advierte que “dos tercios de la población tienen el poder adquisitivo de sus ingresos arrasado” y que “para la gran mayoría de las empresas el mercado interno está hundido”, así como “están destruidos los mecanismos para que alguna reactivación pueda generalizarse”. La recuperación que se vislumbra, señala, “está enclaustrada en sectores muy específicos”, como el financiero y “los enclaves de actividades primarias y extractivas, como los combustibles”.
Para Aronskind, quien es profesor e investigador universitario, la estabilidad financiera vigente no es sostenible porque “no se están generando divisas en forma genuina” ni se está reorganizando a largo plazo la deuda externa.
“Con la deuda, el gobierno apuesta al roll over (renegociar y postergar vencimientos). Y las carencias exportadoras las compensa con la destrucción de la economía interna, que permite un menor uso de dólares en importaciones para consumo e insumos. Logró reemplazar la oferta de dólares genuinos por un ajuste de ingresos tan grande que la gente se vio obligada a ‘escupir’ sus ahorros y vender dólares para poder sostener sus gastos corrientes”, amplificó.
Pero la mayor parte de los cuestionamientos recientes apunta al atraso cambiario, la apreciación del peso frente al dólar, el resultado de la continuidad de las restricciones aplicadas al mercado de divisas (“el cepo”) y la devaluación mensual regulada por el Gobierno.
Ese escenario deriva, por un lado, en un tipo de cambio que atenta contra la competitividad externa de la industria nacional y, por otro lado, ha promovido el regreso de la “bicicleta financiera”: el paso ida y vuelta de una moneda fuerte, que se obtiene a tasas bajas, a una moneda más débil, que paga tasas más altas (en este caso, el peso).
Economistas ortodoxos como Roberto Cachanosky y Carlos Rodríguez alertaron en los últimos días sobre los riesgos que afronta la Administración de Milei. “Fijar el tipo de cambio y recurrir al carry trade o préstamos externos es mantener una economía inviable y postergar una crisis inevitable”, sentenció Rodríguez.
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