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A su manera

9 de enero de 2015

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Cuando China era hace algunos años la cuarta economía del mundo, analistas norteamericanos y británicos afirmaron que no aguantaría mucho al respecto, elucubrando sobre deficiencias en la competitividad, las desigualdades entre los diferentes territorios, el desempleo y la baja productividad.
Pero hoy la gran nación socialista que utiliza en forma compleja la economía de mercado, avanza al frente de los principales países del planeta, muestra solidaridad –que no solo se vive de pragmatismo- al apoyar a Rusia ante caprichosas sanciones occidentales y estrecha lazos con las naciones latinoamericanas y caribeñas para enfrentar el injusto orden económico internacional.
Las autoridades chinas no se llaman a engaño, al reconocer que su nación sigue siendo subdesarrollada y que en la crisis económica que continúa en este 2015 enfrentan serios problemas económicos, aunque están seguras de subsanar.
Por lo pronto dieron un golpe a la credibilidad del decadente dólar estadounidense al convenir con Rusia un gigantesco intercambio en sus monedas nacionales, con antecedentes en la esfera comercial con Brasil.
Beijing está reduciendo activamente sus reservas de dólares y promueve activamente el yuan en el mercado global en calidad de divisa internacional. En respuesta a la crisis de la deuda estadounidense, rebajó sus reservas de bonos del Tesoro de Estados Unidos en un 3,6%, lo que equivale a 47 800 millones de dólares (pero aun así siguió siendo el mayor titular de bonos estadounidenses del mundo), y estipuló usar el yuan y el yen en su comercio bilateral con Japón.
El uso de las divisas nacionales de ambos países asiáticos es un factor clave que puede influir en el mercado de divisas a nivel global: se trata de dos de las mayores economías del mundo y su Producto Interno Bruto conjunto equivale al de EE.UU.
Economistas rusos, citados por el portal de noticias vestifinance.ru, calculan que las reformas programadas del sector financiero chino pueden resultar en un aumento de la fracción de yuanes utilizados en los pagos internacionales de China hasta un 28%-30% del volumen total para el 2020. De acuerdo con la estadística oficial, más de 40 bancos centrales del mundo están aumentando actualmente sus reservas de yuanes.
Esto sin tener en cuenta las futuras reformas económicas que se plantea China, las cuales deben ser objeto de un más amplio comentario, al tiempo que el lector debe librarse del lastre inculcado por analistas occidentales y de varios organismos multilaterales que ponen más énfasis en los problemas, retos y peligros que tiene que hacer frente la economía china que en sus éxitos.
Es verdad que las dificultades que han tenido las autoridades chinas no han sido pocas ni fáciles. Algunas de ellas han sido ciertamente muy graves, como la enorme propaganda mundial que amplió, manipuló y tergiversó la presunta represión a manifestaciones estudiantiles en 1989 en la Plaza de Tiananmen en lo interno, y la crisis financiera de 1997 en el Sudeste Asiático, en lo externo.
China ha demostrado hasta el presente que ha sido capaz de resolver y a su manera los problemas que se le ha presentado. Dicho de otra forma: está haciendo las cosas bien, a pesar de los nuevos obstáculos y de los efectos negativos.
Y esto no es poca cosa si recordamos que este proceso de profundas reformas y extraordinario crecimiento económico tiene lugar en el país mas poblado del planeta, por lo cual, si es realista y capaz de actuar inteligentemente y en un marco de paz, Occidente no debe ver a China como una amenaza, sino como una oportunidad de desarrollo.

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