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¿A qué se les parece?

24 de marzo de 2014

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Manifestaciones antigubernamentales día tras día, desde hace más de cuatro meses; suma de elementos marginales y llegados del exterior a la base de elite burguesa y de la alta clase media que alientan las demostraciones; siembra del caos en los más céntricos lugares de la capital; sospechosos atentados (¿autoatentados?) con granadas y otras armas a grupos opositores –con saldo de decenas de muertos y centenares de heridos-, y todo un barraje mediático para justificar la demanda de renuncia del Ejecutivo y el Parlamento..
No estamos hablando de una nación del continente americano, ni siquiera europea, sino de la asiática Tailandia, donde la primera ministra del gobierno interino, Yingluk Shinawatra, accedió a disolver el legislativo y llamar a comicios, pero se ha negado repetidamente a renunciar y se ha visto obligada por su seguridad a residir en lugares intemporales.
La destructiva acción opositora, que ya ha causado más de 15 000 millones de dólares en pérdidas materiales, obligó a salir a las calles a los partidarios del oficialismo y enfrentarse a la oposición, por lo cual se decretó el estado de excepción, ya levantado, mientras las fuerzas armadas reiteraron que no darán un golpe de Estado contra Shinawatra, toda una noticia en una nación donde constituyen lo usual.
Sin dudas esta crisis política es un desafío para Yingluck, quien trató desde el principio de evitar un derramamiento de sangre similar al del año 2010, que cobró la vida a más de 90 civiles, así como a su política de moderación y el alto prestigio alcanzado en sus dos primeros años de gobernante.
UN TEMA POCO TRATADO
La mayoría de nuestros lectores no recordarán probablemente  -por ser un tema poco tratado- que el 26 de noviembre pasado, el gobierno se enfrentó a un voto de confianza, con interpelaciones por 20 diputados opositores. Este hecho, además de un pedido de que dimitiera junto a otros miembros de su equipo, aumentó la presión sobre la jefa gubernamental tailandesa.
La inestabilidad tomó cuerpo después de que el gobierno intentara la aprobación de un proyecto de ley de amnistía. Según sus oponentes, de aprobarse la propuesta favorecería el regreso al país del ex primer ministro, Thaksin Shinawatra, hermano de Yingluck, autoexiliado desde el 2008 para escapar a una sentencia de dos años de prisión por corrupción. Aunque el borrador de ley fue rechazado por el Senado, estallaron las  protestas.
Puede decirse que lo concerniente al ex primer ministro Thaksin sigue siendo un asunto políticamente sensible en Tailandia, capaz de polarizar las posiciones políticas y desatar enfrentamientos. Durante su mandato, consiguió la adhesión de millones de pobres, gracias al programa social que enarboló, pero sin obtener el respaldo del Rey,  las fuerzas armadas, la burguesía y la clase media del país.
Habría que apuntar que en el momento del golpe, Thaksin se encontraba en Londres, desde donde viajaría a La Habana, con el fin de participar en una Cumbre del Movimiento delos  Países No Alineados.
Por esta razón, se han registrado constantes enfrentamientos entre los “camisas rojas” (simpatizantes de Thaksin) y los “camisas amarillas” (oponentes del ex premier), que no sólo afectaron al sistema político, la economía y la vida de los pobladores del Reino de Tailandia, sino que siguen siendo un factor de trastorno para el actual gobierno de Yingluck.
SE REPITE EL GUIÓN
En las protestas contra el Ejecutivo se constata el papel  importante que desempeña el opositor Partido Demócrata, el cual rechazó las proposiciones de diálogo gubernamentales y logró que escalaran las tensiones entre las partes en pugna.
Preocupada por la situación, la Primera Ministra, por un lado, llamó infructuosamente a la calma a los manifestantes y afirmó la disposición del gobierno al diálogo para resolver las diferencias y evitar la violencia; y por otro lado, invocó la Ley de Seguridad Interna, que autorizaría a las autoridades a actuar contra las amenazas a la seguridad y el orden en el país.
Hasta ahora la dirigente ha logrado evitar que sean realidad las advertencias de expertos y analistas sobre que “el gobierno se derrumbaría a falta de soluciones sabias”.
Considera La Voz de Vietnam que otros factores pueden ayudar a la premier a sacar al país de la crisis política, en especial  los logros de los últimos dos años de su mandato. Ya en el 2012, superó una moción de confianza relacionada con la corrupción, contando con el apoyo del mayoritario partido gubernamental Pheu en la Cámara Baja de Tailandia.
Pero hoy ya no cuenta con ese apoyo y depende de unos comicios anticipados al cual la oposición no quiere ir, mientras el ejército mantiene sus fuerzas movilizadas en Bangkok, aún después de suspendido el estado de emergencia.
Según explicó el portavoz del cuerpo armado, coronel Winthai Suvari, los soldados permanecerán estacionados en puntos de control de 176 calles, para garantizar la seguridad de la población.
Una fuente militar indicó al diario The Nation, nada amistoso con Yingluk, que la principal razón de la reciente decisión gubernamental radica en las limitaciones que la Corte Civil puso a la aplicación del estado de emergencia, dirigido a frenar las manifestaciones antigubernamentales, y tornó esta medida en insignificante.
Pero también lo explica por el interés del Ejecutivo a desmovilizar los dispositivos desplegados en la urbe, debido a los adversos efectos que tiene en la confianza de la clase empresarial y los inversores extranjeros.

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