ribbon

A propósito de la amenaza nuclear

10 de abril de 2013

|

Almacenar armas nucleares es como cavar la propia tumba de sus dueños. Activar las ojivas y ponerlas en disposición combativa es una práctica más que peligrosa en el mundo de nuestros días. Trasegar con ellas es como para poner “los pelos de punta”, ante la posibilidad de cualquier accidente. Recordemos que tras esos artefactos están los hombres que deben apretar un botón en caso necesario. Y tengamos presente también que con uno, dos o tres de esos medios de destrucción masiva, la vida en la tierra se convertiría en pasado.
Estas realidades, advertidas más de una vez por líderes y políticos de prestigio a nivel internacional, no son tenidas en cuenta en pleno siglo 21 cuando una vez más la humanidad vive en la incertidumbre del qué sucederá.
Dos focos de tensión, uno en torno a Israel en el Oriente Medio; y el otro en Corea, en Asia, avivan el deseo de la más extrema y recalcitrante derecha en el poder en algunos países o el Congreso en otros, de “resolver” la crisis interna de un sistema capitalista en decadencia, arrasando con una gran parte o todos los habitantes del planeta.
Estados Unidos, la mayor potencia nuclear del mundo, cuenta para ello, no solo con sectores fascinados con la posibilidad de un “invierno nuclear”, sino decididos a que los recortes económicos debido a la actual crisis, afecten a los planes sociales de educación, salud y seguridad social, pero no a las inversiones en guerras y cada vez más modernas armas, fundamentalmente las nucleares.
De acuerdo con estimaciones del grupo Bulletin of Atomic Scientists, fundado por los padres de la bomba atómica en dicho país, Estados Unidos cuenta con 2 200 cabezas nucleares estratégicas.
Y, aunque el llamado “Nuevo tratado START”, firmado con Rusia, establece un límite de 800 vectores por cada país, a bordo de submarinos y bombarderos, nadie puede asegurar que tal reducción se haya producido.
De todas formas, para acabar con la vida humana, sobrarían más de 790 de esas 800 mortíferas armas.
En el arsenal estadounidense se  cuentan 500 ojivas nucleares tácticas de corto  alcance, que pueden ser lanzadas desde la tierra  o por bombarderos o submarinos, y convierte a Washington en una potencia capaz de abrir fuego contra cualquier latitud del mundo.
Súmese a esa abultada cifra, la posesión de 450 misiles balísticos intercontinentales del tipo Minuteman III, con un alcance de 5 500 kilómetros.
Estos medios están equipados con cabezas nucleares únicas y múltiples y son lanzadas desde silos  terrestres o submarinos, formando en la actualidad un medio fundamental en los escenarios de guerra nuclear total.
Exhibe también el Pentágono sus 14 submarinos nucleares lanzadores de 288 misiles con 1 152 ojivas nucleares. Son de la clase Ohio para uso mar-tierra.
Vale recordar que cada nave sumergible está equipada con el  Trident II D5, con una potencia que puede alcanzar las 455 kilotoneladas (30  veces más que la bomba de Hiroshima).
En el caso de los bombarderos con que cuenta Estados Unidos, pueden lanzar 500 armas nucleares desde los modernos aviones  B-2A Spirit y B-52H.
En su afán por dominar al mundo, tiene además unas 500 armas nucleares, especialmente dislocadas en Europa, la mayoría de ellas misiles cruceros Tomahawk.
No olvidar que, también, Israel tiene unas 200 ojivas nucleares que, en caso de una guerra, estarían a disposición de Washington tal como se prevé si se produjera un ataque contra la República Islámica de Irán.
10.4.2013

Comentarios