A fuego lento
6 de diciembre de 2021
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Un cambio climático más inestable, por los peligros que ello conlleva, sitúa a varias islas del Pacífico al borde de la desaparición, como parte de un esquema que, de no atajarse, llevaría al suicidio a la humanidad.
La gravedad no es de aquí a tantos años, sino de ahora, porque los detractores del cambio climático hacen circular noticias que lo convierten en algo aburrido, o sea, porque se dice mucho y se hace poco.
Glasgow, en Escocia, fue el más reciente escenario de la última cumbre sobre el cambio climático y, a pesar de promesas, ello no pudo ocultar que se privilegian los intereses económicos en detrimento de la razón ecológica, a pesar de las advertencias catastróficas sobre la temperatura del planeta, que se cocina a fuego lento, con dióxido de carbono.
Este sale de los automóviles y las fábricas, convierte la atmósfera en un invernadero y anuncia un futuro apocalíptico: pueblos enteros bajo las aguas, hambrunas, plagas y sequías.
En los discursos en las cumbres sobre medio ambiente todos -menos Trump, cuando era presidente de Estados Unidos- están de acuerdo en que el planeta está al borde del colapso y que el progreso económico no debe hacerse a costa de los mares, el aire y los bosques.
Y es que, a la hora de poner dinero, no hay acuerdo y se reproducen los viejos problemas y las desigualdades del intercambio comercial: un Sur pobre que tiene las materias primas y un Norte rico que posee la biotecnología y no la trasfiere ni acepta limitaciones.
En tanto las condiciones no mejoran porque la pobreza aumenta, las necesidades de desarrollo son más apremiantes y el medioambiente empeoró.
VILLANO DEL MUNDO VERDE
El villano del mundo verde, Estados Unidos, es responsable por la cuarta parte de la emisión de gases en el mundo, y se niega a reducirlos, mientras que China realiza esfuerzos y logra adelantos al respecto.
Hay países en desarrollo que carecen de recursos para utilizar tecnologías más limpias, Como no hay nada más globalizado que el aire, el agua y los mares que nos rodean, todos padeceremos las catástrofes ambientales.
Hoy en día, el 40% de la población mundial enfrenta escasez de agua, el nivel mundial del mar está elevándose, una muestra evidente del calentamiento del planeta; diversas especies de plantas y animales están en peligro de extinción, incluyendo los primates de mayor tamaño; el 2,4% de los bosques del mundo fue destruido durante la década d los ’90 y peligra la Amazonía, pulmón del planeta; tres millones de personas mueren anualmente por los efectos de la contaminación del aire, etc.
Ante nosotros se alzan desafíos mundiales que solo se pueden acometer (aquí, verbo bien empleado) de manera conjunta, con un financiamiento de la ONU y del prometido 0,7% del Producto Interno Bruto de los países desarrollados, que nunca se ha cumplido.
Y es que, lamentablemente, el debate ambiental da de lleno en la filosofía del mercado que sustenta la sociedad de consumo, basada en el egoísmo del aquí y ahora, sin preocupación por las generaciones futuras.
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