Wolfgang Amadeus Mozart terminó de escribir su Sinfonía No. 40 en sol menor
29 de marzo de 2013
Para muchos críticos y estudiosos de la obra de Mozart, esta Sinfonía representa la culminación del genio del compositor salzburgués, y una especie de símbolo de la perfección suprema del arte de todas las épocas.
Epocalmente, la obra pertenece al verano de 1788, en la ciudad de Viena, cuando en una demostración más de su increíble facilidad y la prisa genial con que era capaz de componer sus obras, Mozart escribió sus tres últimas Sinfonías. Este hecho adquiere aún mayores proporciones si se tiene en cuenta que esas son, precisamente, sus sinfonías más extensas, profundas y maduras. Y de ellas, o sea, las números 39, 40 y 41, la que más trascendencia popular ha alcanzado es la número 40 en sol menor, que ocupa el número 550 en el catálogo mozartiano.
El contenido emotivo de la Sinfonía No.40 y, más específicamente, el de su primer movimiento, ha suscitado apasionadas polémicas entre los críticos y musicólogos, quienes sustentan dos posiciones fundamentales: unos la consideran la culminación del estilo galante y del clásico equilibrio entre forma y sentimiento; otros, en cambio, perciben en el Allegro inicial un sentido trágico que anticipa ya el atormentado patetismo del arte romántico.
Pero analizada desde cualquier ángulo, sea éste constructivo, temático, formal, armónico o expresivo, la Sinfonía No.40 de Mozart es una obra perfecta y monumental que figuraría, sin dudas, en cualquier antología por rigurosa y limitada que esta fuese.
Como se sabe, en las últimas décadas la Sinfonía No.40 de Mozart, al igual que algunas otras obras del repertorio sinfónico, ha saltado a las primeras filas de la popularidad, a través de versiones cuya calidad puede discutirse, pero cuya acción propagadora es ya incuestionable. ES por ello que hoy cualquiera conoce y canta el tema del Allegro de esta Sinfonía mozartiana que su autor terminó de escribir hace 219 años, UN DIA COMO HOY.