Premier mundial del Quinteto en Mi bemol Mayor, para piano y cuerdas, de Robert Schumann
29 de marzo de 2013
Hoy se cumplen 165 años del estreno de una de las obras más hermosas e importantes de todas las que componen el catálogo universal de la música de cámara. Se trata del Quinteto en Mi bemol Mayor, para piano y cuerdas, de Robert Schumann, a pesar de que ese compositor no cultivó la música de cámara con la misma profusión que sus grandes colegas románticos.
La obra, como otras muchas de Schumann, está dedicada a su esposa Clara, en cuya dedicación y ayuda encontró el compositor un punto de equilibrio para su mente torturada por la obsesión y amenazada de tiempo en tiempo por la sombra de la locura.
Resulta curioso que este Quinteto sea, por una parte, una de las obras más célebres de Schumann, mientras que por otra, es decir, por su estilo y estructura, resulta una de las más clásicas de todo su catálogo. Claro que, aunque en algunos momentos de la obra pueden sentirse procedimientos tradicionales, la Marcha fúnebre que ocupa el segundo movimiento, es típicamente schumaneana por su sentido angustioso y obsesionante.
Por otra parte, la fuerte personalidad que adquiere el piano en este Quinteto, así como su estructura, en la que predomina con frecuencia el factor armónico, revela mucho del estilo de Schumann y muy poco de ese “academicismo neoclásico” que le atribuye, nada menos que Franz Liszt.
Este Quinteto en Mi bemol Mayor, para piano y cuerdas, de Schumann, fue estrenado en la Sala de la Gewandhause de Leipzig, con la actuación como pianista de la propia Clara Schumann, esposa de Robert y a quien el compositor alemán dedicó la obra. Eso ocurrió hace 165 años, UN DIA COMO HOY.