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Premier mundial de las Doce Danzas alemanas, de Mozart

29 de marzo de 2013

Cuando pensamos en Mozart, de inmediato acuden a nuestra mente sus obras mayores y más complejas, tales como sus Sinfonías, Conciertos, óperas o su monumental Réquiem. Sin embargo, Mozart compuso también mucha música de ocasión para cumplir encargos o compromisos de sus patrones o de algunos empresarios. En esos casos, el compositor se vio precisado a complacer los requerimientos ajenos que, en ocasiones, lo llevaron a escribir música ligera o de entretenimiento. Así Mozart llegó a escribir páginas con destino a los bailes de máscaras que se efectuaban en los salones de la aristocracia durante la época del carnaval. Dichos encargos le reportaban al compositor austríaco una buena suma de dinero, pero lo obligaban, en cambio, a dedicar su talento y su inventiva a géneros de escasa importancia artística.
El Emperador José II de Austria, por ejemplo, llegó a pagar a Mozart hasta 800 florines al año por escribir la música para los bailes imperiales. El compositor, por su parte, valoraba esos trabajos en forma casi implacable, y en una carta a su hermana Nannerl dijo lo siguiente: “Es demasiado dinero por lo que hago, pero muy poco por lo que yo podría hacer”.
No obstante, hay que reconocer que en esas ocasionales páginas mozartianas, está presente toda la gracia y elegancia que el compositor puso en sus obras mayores, sólo que en ese tipo de composición más ligera, la inspiración de Mozart se vio sometida a los límites que imponen las danzas de salón, sin permitirle mayores “profundidades” técnicas o formales.
Y de las numerosas danzas escritas por Mozart para los bailes reales sólo se conservan algunas, como la serie de doce danzas alemanas que el genio de Salzburgo escribiera para un baile celebrado en la Sala de la Redoute, de Viena, hace 219 años, UN DIA COMO HOY.