Premier mundial de la Primera Sinfonía en do menor, de Johannes Brahms
29 de marzo de 2013
El 4 de noviembre, el de 1876, tenía lugar la premier mundial de la Primera Sinfonía en do menor, de Johannes Brahms.
Brahms estuvo trabajando alrededor de veinte años en la creación de su Primera Sinfonía. Se sabe que el compositor se enfrentó a la forma sinfónica con plena conciencia de que abordaba una estructura orquestal que requería talento, dominio y cuidado en su elaboración. Por otra parte, no era fácil por entonces salir a la luz y convencer a un público que tenía aún fresco el impacto producido por las últimas sinfonías de Beethoven. Se necesitaba, por tanto, audacia, originalidad y prestigio, para enfrentarse a esa monumental herencia.
Y aunque Brahms era, en su tiempo, uno de los pocos compositores que podían vivir con relativa comodidad por la venta de sus obras, él no aprovechó ese privilegio en forma facilista, sino que velaba por sus obras con un profundo sentido autocrítico.
Así fue, en 1862, después de varios años de trabajo, que Brahms envió a Clara Schumann, viuda ya de Robert, una versión del primer movimiento de su sinfonía. La obra, desde el momento mismo de su estreno, no fue recibida con el mismo entusiasmo que otras partituras anteriores de Brahms.
Incluso, su amigo, el crítico Eduard Hanslick, la calificó de “demasiado seria y compleja”. Sin embargo, lo que resultaba “oscuro y denso” para el público y la crítica de entonces, se convirtió después en uno de los más relevantes ejemplos de grandeza expresiva y monumentalidad artística.
Y así, la Primera Sinfonía, que fue en realidad la última en alcanzar la aceptación incondicional del público, se ha convertido en la partitura más amada de toda la producción del compositor alemán.
La Primera Sinfonía ocupa el opus 68 en el catálogo de Brahms, y su estreno ocurrió en Karlsruhe, bajo la dirección de Félix Otto Dessof, hace 131 años, UN DIA COMO HOY.