Nace, en Santiago de Cuba, Mariana Grajales
29 de marzo de 2013
Nace, en Santiago de Cuba, Mariana Grajales, según consta en partida bautismal de la parroquia de Santo Tomás Apóstol.
Mariana Grajales Cuello es hija de un matrimonio dominicano que se establece en Santiago de Cuba a raíz de los acontecimientos generados por la Revolución de Haití en la vecina isla La Española.
Por su condición de mulatos libres sumidos en la más absoluta pobreza, José Grajales y Teresa Cuello no pueden proporcionar a su hija los estudios apropiados.
Poco se conoce acerca de la niñez y la juventud de Mariana Grajales.
No obstante, los historiadores coinciden en señalar que, desde muy temprana edad, Mariana debió apreciar los horrores de la esclavitud, pues cerca de su casa existía una cárcel donde eran torturados los negros cimarrones. Fue ésta, seguramente, una de las impresiones que influyeron en la formación de un carácter rebelde ante las injusticias.
En julio de mil 851, Mariana Grajales contrae matrimonio con Marcos Maceo y, poco tiempo después, logran adquirir una finca en la zona de San Luis.
El tesón, la disciplina y austeridad de la familia, así como los resultados obtenidos en el cultivo de café y tabaco y la cría de ganado, contribuyen al mejoramiento de su situación económica.
Cuando se produce el alzamiento independentista en La Demajagua, el 10 de octubre de mil 868, la familia Maceo se reúne en la finca Las Delicias.
Mariana exhorta a sus hijos a jurar ante un crucifijo que pelearán hasta ver libre a la Patria, o morirán por ella.
Desde ese instante, comienzan para la valiente mujer diez años de constante peregrinaje. Actúa como enfermera y alienta a los combatientes; sufre en carne propia los rigores de la guerra, pero su espíritu no flaquea; afronta sin lamentaciones las noticias sobre sus hijos heridos en combate e, incluso, las que anuncian la irremediable pérdida de algunos de ellos.
Tras el Pacto del Zanjón y la viril protesta de su hijo Antonio en Baraguá, Mariana parte al exilio en Jamaica, donde le sorprende la muerte el 26 de noviembre de mil 893. Poco antes, el 6 de octubre de ese año, José Martí escribe en un artículo publicado en el periódico Patria:
“” Pero Maceo fue feliz, porque vino de león y de leona… Cayéndosele está la viejecita gloriosa en el indiferente rincón extranjero, y todavía tiene manos de niña para acariciar a quien le habla de la Patria…””.