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Muere en La Habana el compositor, pianista y director de orquestas de baile, Antonio María Romeu

29 de marzo de 2013

Nacido en la localidad de Jibacoa, en septiembre de 1876, Antonio María Romeu comenzó sus estudios musicales guiado por el sacerdote Joaquín Martínez y, a los diez años, el pequeño estudiaba, casi de manera autodidacta, el piano, instrumento por el que sintió siempre una extraordinaria preferencia y veneración.
El 22 de enero de 1899, marcó un punto de giro en la vida de Antonio María Romeu, pero también en la música instrumental bailable de nuestro país. Y es que en esa fecha, Antonio María se trasladó a La Habana y comenzó a tocar danzones en el café “La Diana”, acompañado solamente por un güiro. En poco tiempo se impuso su peculiar estilo y Antonio María cedió el paso a un verdadero virtuosismo pianístico que tuvo su culminación en el danzón “Tres lindas cubanas”, escrito por Romeu en 1923 sobre los motivos melódicos de un viejo son, creado por Guillermo Castillo, quien era miembro del Sexteto habanero.
En 1911, Antonio María Romeu, quien era reconocido ya como uno de los primeros músicos cubanos en utilizar profusamente la charanga, formó su propia orquesta con la cual ganó enorme popularidad, y a cuyo frente se mantuvo durante más de cincuenta años. Con ese conjunto, Antonio María viajó a los Estados Unidos y grabó numerosos discos para el sello Víctor, en los que interpretaba algunos de los más de quinientos danzones que él escribió durante su vida, y entre los que se destacan títulos como “La danza de los millones”, “¡Ay!, que me vengo cayendo”, “Siglo veinte”, ”Eva” y, sobre todo, “La flauta mágica”, este último en colaboración con Alfredo Brito.

Antonio María Romeu también arregló numerosas canciones criollas con mucho éxito, entre las que se encuentran “Guarina”, de Sindo Garay; “Mares y arenas”, de Rosendo Ruiz; “Mercedes”, de Manuel Corona; “Perla marina”, también de Sindo: “Aquella boca”, de Eusebio Delfín, y muchas más.
Antonio María Romeu fue un notable pianista que obtuvo numerosos premios durante su carrera, pero fue también, y sobre todo, semilla de ese apellido que recorre Cuba y anda por doquier convertido en música: antecesor de una familia de músicos que aún prestigia la cultura musical cubana, y que la sola mención de cada nombre provoca el cómplice asentimiento y la aceptación regocijada de cada cubano.
Antonio María Romeu, conocido por el justo apelativo “el mago de las teclas”, vivió una fructífera vida de 76 años, desde su nacimiento en 1876, hasta su muerte, ocurrida en La Habana, en 1955, UN DIA COMO HOY.