Una flor para Camilo
28 de octubre de 2015
(Tomado de Granma)
En octubre de 1960, bajo la consigna de Una flor para Camilo, la revista Verde Olivo y Radio Reloj, al unísono, divulgaron la iniciativa de que cada cubano, el día 28 de octubre, lanzara una flor al mar en recordación a la desaparición física del comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán.
El texto del patriótico llamamiento, publicado en la revista Verde Olivo con el título de Una flor para Camilo, decía en uno de sus párrafos: “Ese día, el 28 de octubre, que fue cuando Camilo emprendió ese trágico vuelo sin regreso desde Camagüey, a donde había ido a desbaratar una traición, nuestro pueblo rendirá un sencillo y profundo homenaje al glorioso Comandante: ese día cada cubano llevará una flor al mar, en recuerdo de Camilo. Esa flor será el símbolo; el avance decidido de la Revolución, será la expresión material de esos sentimientos que unen al pueblo de Cuba con el que fue y será uno de sus líderes más queridos”.
FUE EL CHE QUIEN TUVO LA IDEA
Miguel Brugueras del Valle, entonces director de la revista Verde Olivo, órgano de prensa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, relató que fue el comandante Ernesto Che Guevara quien tuvo la hermosa idea.
De esa forma, el Che promovió una acción que, transformada en tradición, ha llegado hasta nuestro tiempo, contribuyendo a perpetuar en los cubanos el recuerdo entrañable de Camilo.
La amistad y admiración mutua que surgió entre Camilo y el Che desde los primeros días de la Sierra Maestra se confirma en otro homenaje que el Guerrillero Heroico, tan parco en elogios, le hiciera a Camilo en el prólogo del libro La guerra de guerrilla, en el cual comienza sus palabras introductorias expresando que el texto de esta obra “pretende colocarse bajo la advocación de Camilo Cienfuegos, quien debía leerlo y corregirlo pero cuyo destino le ha impedido esa tarea. Todas estas líneas y las que siguen pueden considerarse como un homenaje del Ejército Rebelde a su gran Capitán, el más grande jefe de guerrillas que dio esta revolución, al revolucionario sin tacha y al amigo fraterno. Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra”.
“No vamos a encasillarlo —escribió el Che—, para aprisionarlo en moldes, es decir matarlo. Dejémoslo así, en líneas generales, sin ponerle ribetes precisos a su ideología socio-económica que no estaba perfectamente definida; recalquemos sí, que no ha habido en esta guerra de liberación un soldado comparable a Camilo. Revolucionario cabal, hombre del pueblo, artífice de esta revolución que hizo la nación cubana para sí, no podía pasar por su cabeza la más leve sombra del cansancio o de la decepción. Camilo, el guerrillero, es objeto permanente de evocación cotidiana, es el que hizo esto o aquello, ‘una cosa de Camilo’, el que puso su señal precisa e indeleble a la Revolución Cubana, el que está presente en los otros que no llegaron y en aquellos que están por venir. En su renuevo continuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo”.
La iniciativa de tirar flores en el mar tuvo como antecedente un acto organizado por la Delegación de la Marina de Guerra Revolucionaria de Cárdenas y la Patrulla Juvenil de la PNR, la tarde del 15 de noviembre de 1959, es decir, 18 días después de la desaparición del legendario comandante. En el parque Martí se congregó el pueblo que luego marchó en una gigantesca manifestación hasta el espigón del puerto, portando ofrendas florales. Tras emocionantes palabras de recordación y de fidelidad a su memoria, las ofrendas fueron conducidas hasta Varadero donde, a la entrada de Palo Alto, numerosas embarcaciones esperaban a la comitiva. Finalmente, en altamar fueron depositadas las ofrendas de la MGR y de la PNR y desde muchas embarcaciones, el pueblo arrojaba flores sobre el mar.
FIDEL LANZÓ A LAS OLAS UNA BLANCA FLOR
El 28 de octubre de 1960, gracias a la iniciativa del comandante Ernesto Che Guevara de lanzar al mar una flor para Camilo, comenzó a forjarse una de las tradiciones más bellas de nuestra Revolución.
Respondiendo a la convocatoria, aquel día, decenas de millares de personas, superando todos los cálculos, se sumaron al emotivo homenaje. Desde horas tempranas, largas e interminables filas de hombres y mujeres de todas las edades, se movían por todas las calles que convergían en el mar o en los ríos, llevando ofrendas florales para lanzarlas al agua en recuerdo de Camilo.
En horas de la tarde, el compañero Fidel llegó a las cercanías del Castillo de la Punta y enseguida fue rodeado por una multitud de habaneros. El líder de la Revolución pudo llegar al muro del Malecón, al cual subió para saltar luego hacia los arrecifes. Se acercó todo lo más posible al mar y desde allí lanzó a las olas una blanca flor para el héroe de Yaguajay. A lo largo del Malecón miles de cubanos estaban rindiendo similar tributo a Camilo.
En las ciudades y los pueblos alejados de las costas las personas se dirigían a los ríos y a los arroyos para que sus aguas llevaran las flores hacia el mar. En Ranchuelo, situado en el centro de la provincia de Villa Clara, la solución fue distinta. Según la prensa de la época, sus pobladores, como no podían llegar hasta el mar con una flor para Camilo, a sugerencia del Consejo Municipal de Educación, encontraron un modo eficaz de honrar la memoria del héroe depositando ladrillos en un lugar previamente señalado, para emplearlos en la construcción de más escuelas para el pueblo.
Año tras año, cada 28 de octubre, con una flor para Camilo en nuestras manos, recordamos a quien está presente en el corazón de todos los cubanos, en los de hoy y en aquellos que están por venir.
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