Voz y piano, como la luz y la sombra
11 de julio de 2018
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“El color tiene límites: la palabra, labios: la música, cielo. Lo verdadero es lo que no termina: y la música está perpetuamente palpitando en el espacio. (…) La música es la más bella forma de lo bello:–arrullar, adormecer, exaltar, gemir, llorar: (…) el oído que se subyuga, se extasía, se encadena…”.
Hermosa reflexión que firma José Martí –fechada en 1875 y publicada en las páginas de la Revista Universal, de México–, en que el Maestro comenta una de las presentaciones del afamado violinista cubano José White.
Palabras que perfectamente pudieran servir, ahora, para presentar el concierto que, bajo el martiano título En julio como en enero, ofrecen los consagrados artistas Bernardo Lichilín, tenor, y Franco Rivero Bueno, compositor y pianista, junto a sus invitados.
Qué me anima –se preguntarán algunos– a tal aseveración, a confirmar el elogio oportuno a este concierto dedicado al aniversario 165 del natalicio del Apóstol y a los 65 años de las heroicas acciones del 26 de Julio de 1953 protagonizadas por los jóvenes de la Generación del Centenario.
Ante –y sobre– todo, al alcance y trascendencia del repertorio seleccionado, pues se trata de la musicalización de una veintena de textos pertenecientes a la colección Versos sencillos, publicada por el Héroe Nacional, en Nueva York, en 1891.
El maestro Franco Rivero Bueno –quien, desde el año 2013, musicaliza la poesía martiana– con elegante virtuosismo logra, a través de estas piezas –como reclamaba el autor de Ismaelillo–, arrullar, adormecer, exaltar, gemir, llorar…
Impecable resulta la interpretación de estos Versos sencillos por el tenor Bernardo Lichilín –vinculado también, desde ese propio año 2013, a esta obra creadora–, quien, con el sortilegio de su voz, permite que el oído se subyugue, se extasíe, se encadene.
Complementa y enriquece este concierto, la actuación de la cancionera Cary Rivero, en su logrado acercamiento a varios poemas de Carilda Oliver Labra –entre ellos, el enérgico “Canto a Fidel”–, igualmente musicalizados por Rivero Bueno.
No es esta la primera vez que los versos de Martí son acompañados por la música. Otros compositores –como Ernesto Lecuona, Harold Gramatges, José Ardévol…– se preocuparon, y ocuparon, en mayor o menor medida, en tan noble empeño.
Quizás sea esta, sin embargo, la primera vez que unen su talento creador un compositor y un intérprete para, de manera sistemática, contribuir, desde la música y la voz, a universalizar, más allá de la letra impresa, estos versos nacidos del corazón.
“Voz y piano –escribía el Maestro en el periódico Patria, en 1892– han de ir juntos, como la luz y la sombra: la música ha de crear, como en Haendel, ha de gemir, como en Verdi, ha de pintar, como en Mendelssohn…”.
Los invito a confirmar, con este concierto En julio como en enero, que el tenor Bernardo Lichilín y el compositor y pianista Franco Rivero Bueno saben, están convencidos, de que voz y piano van juntos, como la luz y la sombra, para así hacer realidad que la música ha de crear, ha de gemir, ha de pintar…
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