Volver a la adolescencia
8 de junio de 2013
|Hace una década mis padres se empeñaron en que debía tener fotos de 15, todavía lo recuerdo como si fuese ayer. Sin embargo, en estos últimos meses he vuelto a tener esa edad y a disfrutar tanto las fotos de mis niñas de la secundaria, y también las de un varón, aunque parezca sorprendente. Desde septiembre, cada martes una docena de muchachas y muchachos invadían mi tranquilidad en el trabajo para adentrarse en un mundo prácticamente desconocido para ellos: el de la radio.
“Sonido para ver” forma parte de los 19 talleres del Proyecto de desarrollo social, integral y participativo de los adolescentes en la Habana Vieja, un nombre grande pero que se resume en “A+ Espacios Adolescentes”. Este proyecto se ha desarrollado durante más de dos años por la Oficina del Historiador, con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el financiamiento de la Unión Europea.
Mis muchachas y muchachos forman parte de esos 300 adolescentes de toda la ciudad que durante este año invadieron diferentes espacios del Centro Histórico habanero, en talleres de paleontología, pintura mural, modelismo naval, arquitectura y urbanismo, artes plásticas, fotografía, poesía, teatro, animación y el que he tenido la suerte de impartir yo: el de radio.
Dicen que el martes es el día de mayor estrés, porque ya vemos cómo se aleja el fin de semana, y lo mucho que falta para el próximo. Sin embargo, mis martes, en los últimos tiempos fueron diferentes porque estos jovencitos alegraban y también alteraban a todos, desde que entraban a la Lonja del Comercio para “aprender a hacer radio” en la emisora que es La voz del Patrimonio Cubano.
Enamorarlos de la radio era mi mayor reto. Lograr que entendieran que este medio no es solo para las personas mayores parecía una utopía, pero al final…creo que se marchan de este taller asaltados por la magia de la radio, con los colores que una voz puede desprender, y con ese mundo de sonidos que nos corroboran que este medio, es la pantalla más grande del mundo.
El proyecto A+ tiene como objetivo específico contribuir al desarrollo social integral de los adolescentes en La Habana Vieja y para ello se ha trazado el alcance de tres resultados fundamentales: la implementación de una red de colaboradores relacionados con la adolescencia que fomenten la reflexión y las acciones para atender a estos grupos; el desarrollo de un conjunto de talleres y servicios sociales para los adolescentes en el territorio y la creación de un centro de referencia, que se pretende sea una experiencia modélica.
Ayer concluyó oficialmente el segundo año de estos talleres. La calle Amargura se inundó de alegría, con cientos de adolescentes quienes orgullosos, mostraban sus pullovers azul cielo, sabiéndose parte de un proyecto único en su tipo en Cuba.
La adolescencia es una etapa que muchos no recuerdan con agrado: demasiados complejos, nunca estábamos conforme con nada, es la época de las rebeldías, de miedos, de inseguridades… pero después de estos meses con mis muchachas y muchachos quisiera ser una adolescente para pasar por todos esos talleres que se ofrecen en La Habana Vieja. De seguro los jóvenes de mañana estarán mejor preparados y más imbricados con la noble labor del Centro Histórico habanero.
Y, claro, de más está decir, que ya espero el próximo curso. Mis niños están molestos, porque dicen que aún les queda por aprender, y es cierto, faltan muchas entrevistas que hacer, muchos reportajes que narrar, pero hay que darle oportunidades a otros y a ellos, de seguro, ya los veré en otros talleres. Eso sí, de ahora en adelante, me declaro una eterna adolescente.
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